Li Ye salió del estudio diez minutos después, tan pronto como la entrevista terminó. Rúan Cheng se levantó y preguntó:
-¿Cómo te fue?
-Las preguntas del entrevistador eran incisivas, pero no estaban difíciles para profesionales con nuestro nivel. —Li Ye besó a Rúan Cheng en la frente y continuó —: En general, no estuvo mal.
Rúan Cheng suspiró aliviada.
—¡Siguiente, Rúan Cheng! —indicó la secretaria.
Rúan Cheng se arregló la ropa con frenesí antes de entrar. En cuanto ingresó al estudio, la mirada de Mu Chenjue se posó en ella. Se sentó mientras hacía contacto visual con los entrevistadores uno por uno. Empezó con una breve presentación:
-Buenos días a todos. Mi nombre es Rúan Cheng y es un honor que me hayan dado la oportunidad de tener esta entrevista. —Cuando decidió volver a su país para trabajar, había pensado en muchas formas diferentes de presentarse en una entrevista. Quizás aquella no fuera la forma más innovadora de hacerlo, pero era segura. Sería difícil encontrar un fallo en una apertura así.
Durante la entrevista.
Mu Chenjue la inspeccionó con una mirada impasible.
Quizás por eso Rúan Cheng se puso nerviosa al responder las preguntas de los entrevistadores. La hizo sentir muy incómoda y la inquietud se hizo eco en todo su cuerpo. Cuando Rúan Cheng entró, también había mirado a Mu Chenjue. Sin embargo, como aquella era una entrevista formal, debía mantener la compostura. A pesar de las apremiantes preguntas que tenía, no podía permitirse perder la concentración.
-Señorita Rúan, ¿está usted casada? -preguntó Mu Chenjue y dejó atónitos a los demás entrevistadores.
Estos últimos, que estaban entablando una conversación profesional con Rúan Cheng, cesaron sus preguntas y miraron a su jefe, que estaba sentado entre ellos.
-No -respondió Rúan Cheng, mientras intentaba recuperar la compostura. Su corazón asustado latía muy fuerte.
-Entonces, ¿existe alguien con quien pretenda casarse? -Mu Chenjue arqueó una ceja.
-Sí -dijo luego de hacer una pausa.
Los entrevistadores estaban confundidos por las preguntas de su jefe. Durante el breve intercambio, Rúan Cheng había observado bien los rasgos de Mu Chenjue. La persona que tenía delante era la viva imagen del alumno de último año que asistía a la escuela que estaba junto la de ella. Sin embargo, existía una marcada diferencia entre aquel exitoso hombre de negocios y el joven que una vez había conocido. Mu Chenjue desprendía un aura que intimidaba y mostraba una expresión impasible y despiadada.
La entrevista había terminado. Rúan Cheng salió del estudio agotada.
-¿Cómo te fue? ¡Dime! -preguntó L¡ Xiao.
-El entrevistador me preguntó si estaba casada y respondí que no. Luego, me preguntó si había alguien con quien pensara casarme -dijo Rúan Cheng, que había encontrado muy extrañas aquellas preguntas.
Li Ye frunció el ceño.
—¿Qué clase de preguntas son esas? Es demasiado personal.
Li Xiao tenía una opinión diferente:
—Es bastante normal. Las empresas de la región suelen hacer ese tipo de preguntas. Si fueran directas, te preguntarían si tienes hijos.
—¿Pero por qué harían esas preguntas? -dijo Rúan Cheng perpleja mientras bajaban las escaleras.
—Porque tener hijos podría perjudicar tu eficiencia en el trabajo. Muchas empresas de la región tienen prejuicios contra las mujeres casadas, sobre todo las que tienen hijos. Ya te acostumbrarás -respondió L¡ Xiao.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Querido bebé, amo a tu mamá