—¡Carajo, esa perra otra vez andando por ahí con hombres...! —
Los gritos de un hombre ebrio continuaban afuera, seguidos por el estruendo de objetos siendo lanzados, eran sonidos tan fuertes que hasta la puerta de ella vibraba.
Evrie se dio cuenta de que el vecino de al lado había regresado.
Ella alquilaba apenas una pequeña habitación, compartiendo una sala con otros dos vecinos. Justo al lado vivía una pareja de mediana edad, y el hombre a menudo volvía borracho en mitad de la noche, soltando maldiciones y a veces hasta tirando cosas.
Debido a la bulla que formaba, siempre terminaba despertándola.
En algunas ocasiones, aquel hombre incluso había estrellado botellas de cerveza en su puerta, dejándola con el corazón en un puño toda la noche.
Pero en esos lugares el alquiler era barato, aunque también era desordenado y caótico. No tenía otra opción.
Evrie escuchaba los ruidos de afuera y suspiraba interiormente. No tenía dinero para mudarse a un lugar mejor, así que tenía que aguantar.
El hombre afuera continuó haciendo ruido un buen rato hasta que finalmente se calmó.
Evrie se relajó, a punto de apagar la luz para dormir, cuando de repente su puerta fue golpeada con fuerza.
—¡Pum, pum, pum! — Los golpes continuaron.
—¿Quién es? — Le preguntó Evrie con cautela.
—Soy yo, tu vecino, ¡abre, niña! — Se oyó la voz embriagada del vecino al otro lado.
—¿Qué quieres? —
—Tengo que hablar contigo, abre la puerta y te lo digo dentro. —
—No me viene bien, ¿qué necesitas? Dímelo desde ahí. — Evrie se mantuvo alerta y no abrió la puerta.
El hombre de afuera se impacientó, y golpeó la puerta más fuerte y con más ímpetu.
—Vamos, niña, todos somos vecinos aquí. ¿Qué tiene de malo conocernos? Abre y hagamos amistad. Eres estudiante, ¿no? ¡Yo nunca me he juntado con una estudiante universitaria!
Escuchando esto, el corazón de Evrie saltó a su garganta.
—¡No quiero conocerte, lárgate o llamo a la policía! — gritó agarrando su cobija.
El hombre borracho dudó un segundo y luego pateó la puerta con fuerza, soltando palabrotas.
—¡Maldita sea, ya he estado en la comisaría un montón de veces, no me asustas con tu amenaza de llamar a la policía! ¡Hoy no me voy sin romper esa puerta!
—¡Perra maldita, te voy a j**er hasta la muerte! —
La puerta tembló con la fuerza de las patadas, y Evrie, aterrada, bajó de la cama y agarró unas tijeras que tenía en el escritorio, temblando junto a la ventana.
Los insultos continuaban y la perilla de la puerta crujía como si el hombre estuviera a punto de derribar la puerta.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
buenas noches desde donde escribo espero puedan ayudarme estoy leyendo receta para robarle el corazón al dr farel y esoy en el capitulo 706 deseo contnuar la lectura pero ya no me deja seguir vanzando cual sera el motivo de el bloqueo por quen no me indica nada,...