A medida que anochecía, las cigarras continuaban haciendo ruido bajo el cielo oscuro, parecían estar muy animadas esta noche. En este momento una figura solitaria miraba a través del cristal de la ventana, en la gran mansión.
¡No vuelvas a llamarme!
Astrid, estaba vestida con una pijama de seda y encaje. Repetía en su mente las palabras que le había dicho su marido hace unas horas, después de colgar la llamada, se sentó frente a la ventana y miro durante horas.
¿Regresará esta noche?
En ese instante, la puerta de su habitación fue abierta con agresividad. Asustada, se levantó de la chaise longue de inmediato.
Vistiendo un traje negro, el hombre era intimidante, sus cejas fruncidas enviaban claramente el mensaje de que no estaba de buen humor al igual que sus ojos sombríos. Ella lo miro muy asustada.
No tuvo tiempo de reaccionar, cuando una carpeta cayó frente a sus pies.
— ¡Firma! – exclamo él, con voz llena de dominio y autoridad.
El fuerte olor a alcohol, lleno las fosas nasales de Astrid provocando náuseas. Levanto la cabeza para mirarlo a los ojos y su cuerpo se enfrió.
Desdén y disgusto fue todo lo que encontró.
—James, ¿Por qué?
— ¿Por qué? ¡Todavía tienes la cara para preguntarme! Hace un año, si no te hubieras subido a mi cama y me hubieras calumniado por tocarte, no estaría en esta situación contigo. Si no fuera por ti, ¿Cómo podría mi abuela exigirme que te dé una compensación? ¡Eres una arpía! Te valiste del afecto de mi abuela para lograr tus propósitos. Pero todo ha cambiado, ahora mi abuela se va al extranjero y no volverá en un tiempo. Así que firma. ¡Quiero que salgas de la familia King!
Astrid no podía respirar, sus lágrimas cayeron incontrolablemente por sus mejillas. Ella lo ama, es solo que él no puede entenderlo. Sus labios temblaban mientras hablaba.
—James, estás equivocado… por favor, no ...
— ¿No lo hiciste a propósito? ¿Estoy mintiendo a caso? ¿No te subiste a mi cama?
James se burló, extendió su mano y agarro con fuerza su delicada muñeca, la fuerte presión hizo que Astrid sintiera dolor y miedo.
—James por favor … No hagas esto, te am… — comenzó a decir ella.
— ¡Cállate! – exclamo él, interrumpiéndola.
James no quería tener nada que ver con esta mujer, quería obtener su libertad. No escucharía sus mentiras. James recogió los documentos, y los lanzo a la cara de la mujer – No tengo interés de escuchar tus tonterías, ahora date prisa y fírmalos.
Ella abrió los ojos con asombro, llevando sus dedos a su mejilla, un hilo de sangre se deslizaba hacia abajo. ¿Cómo podría ser su corazón tan obstinado?
Los ojos del hombre eran fríos y llenos de disgusto. Acercándose a ella de manera atemorizante, dijo.
— ¿Quieres que te diga por qué? Es simple. ¡Porque te odio! No quiero volver a verte, si te valoras un poco, firma obedientemente. Incluso puedo ser benevolente y darte lo que te corresponde, pero si no lo haces, me aseguraré de que no recibas ni un centavo. ¡Entonces firma!
James está decidido a cambiar su situación, no le importa lo que piense o sienta Astrid. Ella los llevo a ambos hasta aquí. Sin importar que él debe acabar este matrimonio. Ella usurpó un lugar que no le correspondía, la posición de señora King no le pertenecía de principio a fin.
Escuchar las palabras del hombre que ocupa en su corazón, la destruyo. Sabía que James no la amaba, pero mantuvo la esperanza de lograr conquistar su amor con el tiempo. Ahora solo sentía pánico, desesperación, ira y dolor, sobre todo dolor. Pero todo eso se dejó lado, porque la determinación fue más persistente.
— ¡No! No quiero divorciarme de ti. Incluso si no me amas, ¡Seré tu esposa hasta el día en que muera! James, no puedes tratarme así…
Los ojos del hombre se volvieron cada vez más oscuros y fríos.
— ¡Está bien! ¿Tanto quieres ser mi mujer? – mientras decía estas palabras, dio un paso adelante intimidándola. Jalo su cuerpo delicado contra él, y presiono su cara frente a la de ella, diciendo con saña.
— ¿Quieres meterte en mi cama?
El fuerte olor a alcohol golpeo a Astrid, ella trató desesperadamente de zafarse de su agarre.
—No, no es así…
Sus manos la apretaban con fuerza, impidiendo siquiera que pudiera moverse. Los ojos del hombre miraron la parte superior de su cuerpo y cambiaron a lascivia.
— ¿No es así? ¿No estás seduciéndome con esto que llevas puesto? ¡Ya que te niegas a divorciarte, entonces cumple obedientemente con tus obligaciones como esposa! Quiero ver que tanto me complaces…
La alzo en sus brazos y camino paso a paso hacia la cama.
Astrid trataba de soltarse de su agarre, pateaba él, incluso lo golpeo con fuerza en la espalda.
—James, ¡Suéltame! ¿Qué vas a hacer?
Por alguna razón se sintió aterrorizada. El hombre de hoy no es el James King del que se enamoró.
El fuego ardiente en sus ojos parecía quemarla. Empezó a temblar incontrolablemente cuando la lanzo a la cama y se subió sobre ella. Sostuvo sus manos, sobre la cabeza.
— ¡¿Me estás rechazando o estás fingiendo que no quieres?! ¿No es esto lo que has estado esperando? Bien te lo daré. No quieres divorciarte de mí, ¿verdad? Entonces, satisfáceme como mi esposa.
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