Me quedé mirando al médico, casi olvidando respirar. Ivanna me apretó la mano con fuerza, pero yo ya estaba tan enturecida que ya no sentía el dolor.
El doctor me miró y explicó: -Las señales vitales de su hija están estables, pero debido a la conmoción cerebral, la hemorragia subdural y algunas lesiones en el rostro, aún no se ha despertado. Necesitará al menos 24 horas más de observación. Puede que se despierte pronto o, quizás…
Nada más escuchar eso, me desmayé.
Cuando volví en mí, me encontré acostada en una cama de hospital. Hernán y su madre seguían allí, Ivanna también estaba presente y Víctor había llegado en algún momento. Forcejeé para incorporarme y miré a Ivanna preguntando: -¿Dónde está mi Dulcita? ¿Cómo está ella?
-Ella sigue en la UCI. Por favor, no te preocupes.
Al ver que me levantaba temblando de la cama, Ivanna se apresuró a impedirlo, pero le espeté: —¡No me detengas! Ella es tan pequeña… ¡Tendrá miedo! Les teme mucho a los médicos.
-Cariño…
-¡Vete! ¡Fuera de aquí! -chillé como una loca–¡Todos, fuera! ¡No quiero verlos aquí!
Cada miembro de la familia Cintas que tenía delante me llenó de odio hasta la médula. Miré a ese hombre con el que había compartido casi diez años de mi vida, y en ese momento, parecía un lobo con piel de cordero, completamente sin conciencia al dañar a su propia familia. Podía soportar mirar a su propia hija, que había sido arrojada como un trapo, y no hacer nada al
respecto.
Las acciones de toda la familia Cintas habían cambiado por completo mi percepción.
Cuánto desearía no haber conocido a este monstruo en mi vida. ¡Todos los miembros de la
familia Cintas eran bestias!
Con la ayuda de Ivanna, me dirigí con dificultad a la UCI. En cuanto miré a través de la ventana de vidrio y ví el frágil cuerpo de mi hija en la cama, rompí a llorar una vez más. Me arrodillé en la puerta, rogando a Dios que mostrara piedad, que no torturara más a Dulcita y la hiciera despertar.
Las noticias de lo que nos había sucedido a mí y mi hija se propagaron pronto en línea y llamaron la atención de la Unión de Mujeres y la policía. Los internautas estaban enfurecidos y condenaron enérgicamente esos actos repulsivos.
Hernán fue a suplicarme que no hiciera el asunto más grande. Lo miré, señalé a Dulcita en la
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cuando actualizan...