Capítulo 61: Los Obstáculos
Entré en la fábrica y el potero me paró. Le dije que había venido a ver al sr. Rodríguez.
El potero me miró de arriba abajo y me dijo con frialdad: El sr. Rodríguez ya está en viajes de trabajo.
-¿Puedo saber a dónde ha ido? -estaba un poco ansiosa, porque no tenía mucho tiempo para quedarme en Ciudad Jim.
¡Cómo puede un portero saber tanto! su actitud no era muy buena.
¿Por favor, puede darme su número? Había venido desde muy lejos, sólo para verle en persona, pero hace 4 años olvidé pedirle su número.
-¡No lo sé!
-me contestó, y dijo con gran impaciencia–¿Qué quieres?
-¡Estoy aquí para buscar oportunidades de negocio con su jefe! -le contesté sinceramente.
-¿Tenemos el departamento de marketing y vas directamente a mi jefe? ¡Tontería! ¡Date prisa y vete! No me hagas perder el tiempo.–no podía imaginar que hubiera personal con tan mala actitud en esta gran fábrica.
Llovía a cántaros, hacía mucho frío y mi cuerpo temblaba ligeramente.
-No seas tan frío conmigo, he venido desde muy lejos, ¿me darías una taza de té? Me iré después. -le supliqué de manera más suave, porque vi la lista de contactos en su escritorio.
-No juegues conmigo, no hay té para ti, ¡vete ya! me arrastró bruscamente y me empujó hacía la puerta. Estuve a punto de caerme. Pero se dio la vuelta y cerró la puerta
inmediatamente.
Mi paraguas era demasiado pequeño para la fuerte lluvia. Me llovió la mitad de mi cuerpo, pero
mi corazón se llovió totalmente.
Miré a mi alrededor, el uber que me trajo hasta aquí se ha ido por un tiempo. Si pedía otro, tendría que caminar mucho para que me recogiera.
Sólo podía quedarme en la esquina, pero no estaba dispuesto a volver a casa. No tenía mucho tiempo para quedarme en Ciudad Jim, cuanto más me quedara antes se daría cuenta Hernán, pero el plan de hoy era muy importante. No debía dejar que se diera cuenta.
La lluvia caía sobre mí, sentía mucho frío. Pero seguí insistiendo, esperando que alguien
saliera de la fábrica y me diera el número.
No supe cuánto tiempo había insistido allí, por fin salió un carro de la fábrica, así que corrí delante para pararlo. La ventanilla del carro estaba bajada, dentro había un hombre de mediana edad. Me vio temblando y me preguntó: -¿Qué necesita?
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Necesito hablar con su jefe, el sr. Rodríguez, ¿podría decirme cómo puedo reunirme con él? -y añadi diestramente–¡Y su gente de marketing también ayudaría!
-¿Al cuál sr. Rodríguez le busca?
-¡El sr. Rico Rodríguez!
Me miró arrriba abajo, y dijo: -Pues, ¡sube!
Abrí la puerta inmediatamente y subí al carro diciendo: -Se lo agradezco mucho, señor, ¡ muchas gracias!
En este momento, ya me castañeteaban los dientes y me temblaban los labios.
El carro se encendió. –No me agradezcas tan rápido, solo puedo llevarte a un lugar que puedas encontrar un uber. El sr. Rodríguez no está en la fábrica, no pierdas el tiempo esperando aquí.
—Vengo de otra ciudad con la intención de hacer negocios con el sr. Rodríguez, como ya tengo preparado un proyecto, espero poder hablar directamente con él. Porque mi horario es muy apretado, ¿podría darme su número por favor? o ¿podría llevarle un mensaje por favor,
diciéndole que la Sra. Lara de Ciudad Fluvial está deseando verle?
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cuando actualizan...