Regreso Dominante de la Verdadera Heredera romance Capítulo 10

"Nunca imaginé que esta noche sería tan emocionante."

"¿Acaso la nueva Señorita Celeste de la familia Morales será una loca?"

"Qué boca tan temible, qué mente tan aterradora, ¿cómo se le ocurrió decir esas cosas en un evento como este? Definitivamente, tengo que mantenerme alejado de ella en el futuro."

"¿Realmente podrá quedarse en la familia Morales en lugar de ser expulsada?"

"Pero ella insistió en que Paula no era la hija biológica de la familia Morales..."

"No sé por qué, pero al mirar su rostro siento que sus palabras son muy creíbles."

"¿Será que la familia Morales está a punto de cambiar?"

"No es la familia Morales la que está por cambiar, es todo el Estado de Esmeralda. Con tal poder de ataque, siento que ella va a revolucionar totalmente San Nevada."

...

"Edu, tu prometida es aterradora, ¿quizás deberíamos dejar nuestro compromiso así como está?"

En un rincón, la anciana Ureña miraba cómo se llevaban a la anciana señora Morales en una situación vergonzosa y no pudo evitar estremecerse.

Después de un buen tiempo sin respuesta, se volvió a mirar y vio que su nieto, que había estado melancólico durante mucho tiempo, tenía una rara sonrisa en su rostro.

Al seguir su mirada, la persona que estaba mirando con esos ojos peculiares era la temible nueva nieta de la familia Morales, Celeste.

"¿Edu?"

Eduardo todavía estaba pensando en esa llamada telefónica.

·

"¿Celeste? ¿Estás hablando de Once? ¿Cómo se te ocurrió preguntar por ella?"

"¿Once, su apodo? ¿Por qué un número?"

Eduardo miró a la distancia a la joven que estaba de pie en el centro de la multitud.

Las miradas de las personas a su alrededor eran variadas: desprecio, rechazo, desdén, la curiosidad de quienes disfrutan del espectáculo, y la excitación de quienes desean ver el mundo arder.

En definitiva, no había ni una mirada de buena voluntad.

Más bien parecía alguien que había logrado hacerse odiar por todo el mundo.

Sin embargo, tener a un individuo con tales características, en este momento tan especial, como su prometida, era como un regalo del cielo, por lo que no podría haber nada más apropiado.

Alguien se acercó con grandes pasos desde fuera del salón. Eduardo vio esa figura familiar, sonrió ligeramente y empujó su silla de ruedas hacia adelante.

Y él, hablando de los rumores con la abuela Ureña, le dijo: "Abuela, creo que esta prometida es muy buena."

"Me gusta mucho."