Regreso Dominante de la Verdadera Heredera romance Capítulo 5

Celeste apartó rápidamente la mirada.

La abuela Ureña frunció el ceño y dijo: "¿Cómo es que esta niña ni siquiera saluda? ¿Es demasiado tímida, no?"

No fue hasta ese momento cuando la Sra. Morales se dio cuenta de que, desde que se encontraron, todavía no habían escuchado la voz de Celeste.

Las expresiones de la familia Morales, madre e hija, se volvieron algo tensas. Paula, al notar el cambio, se apresuró a decir: "Es que mi hermana es un poco introvertida, simplemente no le gusta hablar mucho."

Justo cuando el ambiente comenzaba a enfriarse, alguien habló inesperadamente.

"Abuela, me gustaría hablar a solas con la Srta. Morales."

Era una voz extremadamente agradable, que recordaba el sonido de gotas de agua cayendo sobre piedra caliza bajo la luz de la luna, profunda y refrescante, causando un cosquilleo en los oídos.

La persona que habló fue el Sr. Eduardo, desde su silla de ruedas.

Con estas palabras sorprendió a todos, la abuela Ureña dejó de lado su disgusto, mostrando una cara llena de alegría y dijo: "¡Claro, claro, adelante! Es raro que hables."

Luego, tomó la mano de la abuela Alba y dijo: "Conozco a Edu desde hace más de diez años y nunca lo he visto interesado en Pau. Pero parece que este nuevo interés proviene de nuestra nueva llegada, parece que mi nieto tiene buen ojo, ¡aprecia la belleza!"

La cara de Paula se torció ligeramente, mirando a Celeste con veneno en sus ojos, llenos de celos e insatisfacción.

Sin embargo, en ese momento Celeste ya estaba empujando la silla de ruedas de Eduardo hacia fuera, seguidos de cerca por alguien que parecía un secretario, quien cerró las puertas del balcón después de que salieron.

La sombra del secretario se reflejaba en la puerta de vidrio como un guardián.

Celeste apartó la mirada hacia Eduardo.

Bajo la tenue luz, el Sr. Eduardo de cerca era aún más impresionante, su apariencia distante pero noble daba un aire majestuoso.

No era de extrañar que muchas mujeres la miraran con envidia y miedo a lo largo del camino.

La envidia probablemente provenía de la admiración, y el miedo, del respeto.

Añadiendo un poco de schadenfreude, probablemente por... sus piernas.

Verifica el captcha para leer el contenidoVerificar