Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 11

Al ver que Karina lo tomaba tan bien, los presentes no tardaron en rodearla con palabras de consuelo y, de paso, aprovecharon para recomendarle a todo tipo de “excelentes prospectos”.

Karina respondía a cada comentario con la misma sonrisa impecable, aunque por dentro ya estaba a punto de perder la paciencia.

Aquellos parientes por parte de su padre, que vivían colgados de los logros de su familia y no perdían oportunidad para aprovecharse, eran los mismos que no soportaban verlos prosperar de verdad.

Ahora que su boda se había cancelado, fingían lástima y preocupación, aunque seguramente por dentro se estaban relamiendo de gusto.

Porque, siendo sinceros, en todo Villa Quechua no había otro joven como Valentín: con su apellido de peso, futuro brillante y una reputación intachable.

Así había pasado también en su vida anterior.

Cuando no lograba embarazarse, estos mismos parientes, bajo la máscara de la preocupación, hacían correr rumores sobre sus problemas personales hasta que medio pueblo los conocía. No bastando con eso, terminaron llevando el chisme hasta las redes sociales, y Karina se convirtió en la burla de todos, perdiendo la dignidad ante toda la ciudad.

Era el colmo de la hipocresía.

Por fin, cuando logró deshacerse de ese círculo de parientes entrometidos, la sala recobró la calma.

La sonrisa de Karina desapareció de inmediato, dejando ver una mirada tan clara como el agua helada.

Sacó el celular y marcó un número.

—Abogado Castro, necesito empezar cuanto antes el trámite de herencia y el registro notarial sobre la gestión de las acciones de la empresa que menciona el testamento de mi abuelo.

—Perfecto, señorita Karina. Según el testamento, si usted está casada, puede obtener el cuarenta por ciento de la administración de las acciones. ¿Puedo preguntarle…?

Karina apretó el celular, pero su voz permaneció tranquila, como de costumbre:

—Sí, abogado Castro.

—Ya estoy casada.

Cuando terminó la llamada, Karina volvió a su habitación.

En una esquina había una caja fuerte, que le llegaba hasta la cintura.

La clave era el aniversario de su relación con Valentín.

Dudó unos segundos, pero al final introdujo la combinación.

Un pitido suave anunció que la caja se había abierto.

Frente a ella, una estantería completa de joyas brillaba como si encerrara cientos de pequeñas constelaciones.

Cada pieza costaba una fortuna.

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