Después de ese día, se supo nada sobre Emanuel durante tres días.
Catalina estaba muy inquieta. Ese Emanuel había desaparecido de la nada. Si ella no tuviera el certificado de matrimonio en la mano, definitivamente pensaría que su matrimonio con Emanuel solo era un sueño.
Con el móvil cerca de ella misma todo el tiempo, lo echaba una ojeada de vez en cuando mientras trabajaba en un nuevo plan de planificación, por miedo a perder una llamada o un mensaje del hombre.
Ese día, Emanuel se había marchado con mucha prisa y había debido de tener algo muy urgente de atender. Catalina había estado esperando que él se pusiera en contacto con ella.
Mateo volvió al departamento con una cara fea. Caminó directamente al escritorio de Catalina, golpeó la mesa con sus dedos y le dijo seriamente:
—Ven a mi oficina.
Al ver la expresión severa de su director, un presentimiento malo le surgió en el corazón a Catalina e incluso Florencia se dio la vuelta y la echó una mirada preocupada.
—Hoy el señor Hurtado ha salido para negociar la cooperación con la Empresa Unidos. Si no recuerdo mal, eres tú quien está encargada del caso de esa compañía, ¿verdad? —dijo Florencia.
Catalina asintió con la cabeza:
—Sí, le entregué el proyecto de planificación a él antes de terminar la jornada ayer. He trabajado mucho para este caso y el señor Hurtado también lo ha revisado en detalles, por lo que no debería haber ningún problema.
Aunque sucediera algún problema, no sería la culpa suya.
Su amiga frunció un poco los labios y dijo con simpatía:
—Bueno, que tengas buena suerte.
***
Frente a la puerta de la oficina de Mateo Hurtado, Catalina respiró profundamente varias veces para calmarse un poco y empujó la puerta para entrar.
En la oficina, Mateo estaba de pie en jarras mirando hacia afuera de la ventana y se veía muchos documentos esparcidos desordenadamente sobre el suelo.
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