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Secreto de mi esposo ciego romance Capítulo 63

—¡Genial! —Luci le dio una palmada en el hombro a Camila—. ¡Pensé que tu marido tenía muchos problemas de salud y que eso podría haber comprometido su destreza varonil!

¡Parecía que estaba demasiado preocupada!

Camila iba a responder cuando una sombra oscura se cernió sobre ella. Levantó la cabeza. Ante ella estaba Ian, vestido de blanco, mirándola con el rostro pálido.

—¿Ian? ¿Qué haces aquí? —Sus ojos se abrieron de sorpresa ante su inesperada presencia.

Ian notó el enrojecimiento de sus mejillas y la voz de la chica resonó en su cabeza.

«... Problemas de salud y podría haber comprometido su destreza varonil! ...Un hombre diferente en la cama…».

El alma de Ian abandonó con rapidez sus ojos. Respondió con voz ronca.

—Lila me dijo que ayer no fuiste a trabajar y que no podía localizarte por teléfono, así que vine a ver cómo estabas.

En este punto, Ian pensó que había sido un poco ridículo. Cuando recibió la llamada de Lila, estaba aterrorizado de que le hubiera pasado algo a Camila. Preocupadísimo, lo dejó todo y corrió a la escuela mientras la llamaba varias veces.

Pero al final, cuando por fin consiguió hablar con ella, fue recibido por una emocionante historia sobre lo ocurrido entre ella y su marido.

—Ah… —Camila se frotó la cabeza, aparentemente enfadada consigo misma—. ¡Me olvidé del trabajo en el sanatorio!

A continuación, retiró la mano de Luci de su hombro y se dispuso a dirigirse al trabajo. Pero Luci la agarró del brazo con el ceño fruncido.

—¿Por qué sigues trabajando en ese sitio de mi*rda? ¡Pensaba que todos tus problemas ya se habían resuelto!

La abuela María había conocido a Dámaso. No sólo estaba contenta con él, sino que también sugirió a Camila que concibiera un hijo con rapidez. Ahora que la abuela ya no era una preocupación, Camila no tenía que preocuparse por las amenazas de la tía Erica, por no hablar de cubrir los gastos médicos del primo Nic. Liberada de las cargas financieras, Camila ya no tenía motivos para trabajar en el sanatorio.

Pero ella respondió con una sonrisa radiante, los ojos llenos de un brillo resuelto.

—Debo terminar lo que empecé. Apenas llevo unos días en el trabajo; aunque renunciara, lo justo es que dure una semana.

Luci puso los ojos en blanco.

—Da igual.

—Si Dámaso Lombardini se entera de que sirves a otros hombres, se va a enfadar.

—¡No, no lo hará!

Al mencionar a Dámaso, Camila sonrió de oreja a oreja.

Capítulo 63 La aprobación de la abuela 1

«Dámaso Lombardini, ¿ese es el nombre de su marido? Qué nombre más estúpido, sacado directo de los años 60, como él mismo».

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