Secreto de mi esposo ciego romance Capítulo 65

Camila se secó el sudor de la frente, y una capa espumosa de burbujas se le pegó al cabello.

—Lila me asignó este trabajo; las máquinas están estropeadas, así que debo lavarlas a mano.

Ian frunció las cejas con furia. En el sanatorio las sábanas siempre se lavaban a máquina, ¡no se lavaban a mano!

«¡Esto es absurdo!».

—Voy a hablar con Lila sobre esto…

Se dio la vuelta, con intención de marcharse. Pero antes de que pudiera, Camila se dio cuenta de su disgusto e intentó detenerlo.

—¡Ian!

Por desgracia, olvidó que sus pies estaban cubiertos de agua y espuma. En cuanto sus delicados pies tocaron el suelo, resbaló y perdió el equilibrio… Ian extendió con rapidez la mano para agarrarla. Justo cuando Camila estaba a un palmo de caer en su abrazo, por instinto levantó las manos y evitó chocar con su cuerpo. Sus acciones cortaron el corazón de Ian como una cuchilla. Pero se mantuvo indiferente, abrazando su cuerpo como si fuera un accidente.

—Jajaja… —Una risa fría y desgarradora resonó en la puerta.

Ian levantó la cabeza para ver una silla de ruedas aparcada a la entrada de la lavandería. En ella se sentaba un hombre con los ojos vendados de seda negra. El hombre desprendía un aire peligroso que llenaba la lavandería con su presencia. Ian nunca había visto a nadie como él.

A pesar de ser discapacitado, su presencia infundía respeto, y emanaba una presión formidable sin pronunciar palabra: lo único que hacía era sentarse en la silla de ruedas con una postura elegante.

«¿Quién es este tipo? ¿Qué hace aquí?».

Camila, que se había visto obligada a abrazarse con Ian, aprovechó su momentánea distracción y se zafó de su abrazo. Sintiendo algo raro en el aire, frunció el ceño y giró la cabeza para mirar hacia la entrada del lavadero…

—¡Querida!

«El hombre de la silla de ruedas... ¿es el marido de Camila? ¿No era el viejo calvo que vi la última vez?».

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