—¿segura que estás bien? —pregunto mi hermano preocupado.
—si, claro —dije tratando de sonar convencida.
Mi hermano fruncio el ceño pero no pregunto nada más y me llevo a casa, cuando llegamos baje del auto y subí a mi habitación a toda prisa.
¿Que había sido eso? ¿De verdad lo había hecho? Eso era algo... Imposible ¡que pasaba conmigo!
—esto no me puede estar pasando —dije nerviosa.
La luna alumbraba el vecindario y yo miraba a través de mi ventana, podía distinguir todo con claridad como si tuviera una especie de visión nocturna y también podía sentir muchos aromas a mi al rededor, mis manos temblaban temblorosas mientras frotaba mis ojos con nerviosismo.
Fije mi vista en el pequeño bosque que estaba frente al vecindario y vi como una silueta corría entre los árboles, entrecerre los ojos para ver mejor y me quede estupefacta al ver como la silueta corría entre los árboles con una velocidad sorprendente.
Este vecindario nunca fue normal pero jamás había visto algo así.
Esto no podía ser posible, debe ser solo los nervios por el examen que tuve, si eso debe ser sin duda alguna, camine en dirección a mi cama y me deje caer mientras el sueño se apoderaba de mi.
Estaba en el profundo del bosque y me encontraba sentada frente a un pequeño río, la luna llena alumbraba todo el hermoso paisaje que tenía frente a mí pero segundos después una gran nube color gris opaco la luz de la luna haciendo que el lugar luciera siniestro.
—eres una de nosotros —murmuró una voz ronca en medio del bosque.
Me gire para ver el dueño de esa voz pero no había nadie.
—ven conmigo, Amelie —susurro con su voz profunda.
Y entonces apareció un lobo frente a mí y se abalanzó a mí dirección mostrando sus afilados dientes.
Me levante de golpe y trate de regular mi respiración, fue un sueño bastante aterrador y no tenía sentido.
Me levante de mi cama y me mire en el espejo... Había algo diferente en mi y no lo digo solo porque ahora cumplo 18 años, hay algo diferente solo que no logro decifrar que es.
—¡buenos días a mi querida princesa —dijo mi madre con alegría mientras entraba a mi habitación.
Me gire para verla y sonreí al ver el pastel en sus manos.
—gracias mamá —dije sincera mientras caminaba para abrazarla.
—estoy muy orgullosa de ti, ¿lo sabes verdad? —pregunto ella con sus ojos apagados.
—claro que lose mamá, te quiero —dije dándole un beso en su frente.
Ella era el centro de mi vida, le debía todo pues gracias a ella no pase en un orfanato muriendo de hambre o frío, sin esperanza en mi vida y sin nadie a mi al rededor.
—te amo cariño, báñate y te veré abajo —dijo ella con una sonrisa mientras salía de la habitación.
Me metí al baño y mire mi cuerpo desnudo con el ceño fruncido, mis mejillas estaban demasiado rojas y mis ojos tenían pequeños destellos amarillos, quizás cogere algún resfriado pensé.
Me metí en la ducha y limpie mi cuerpo con cuidado mientras pensaba en como sería mi cumpleaños número 18, Ivonne seguramente a planeado ir a algún bar de la ciudad presentarme a algún chico guapo y según ella tener una gran historia de amor, ¡patético! Ningún chico se a fijado ni se fijará en mi, no tengo el cuerpo de diosa ni tampoco el rostro de una modelo para atraer a ningún chico.
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