Las personas de esta manada resultaron ser amables conmigo, es mi cuarto día en este lugar y Leroy no me a dirigido la palabra lo cual agradezco, aun pienso sobre lo que Dax me a dicho y es muy tentador la idea de rechazarlo.
—hola Amelie, ¿quieres venir a entrenar? —pregunto Dax sonrisa juguetona.
—supongo que estaria bien —dije nerviosa.
Caminamos en dirección al patio trasero y ahí estaban todos los integrantes de la manada.
—¡Hola Amelie! Ven será divertido ver lo que tienes —dijo Josh.
El es alto, de tez morena, ojos color verde y cabello color caoba, todos aquí son muy fornidos, lo cual me impresiona.
—no creo que pueda pelear tan bien como ustedes —dije apenada y ala ves decepcionada.
—se que no nos decepcionaras —dijo Josh en respuesta.
Asentí levemente y camine hacia un costado del lugar, estábamos divididos en dos grupos y todos tomaron una posición de ataque.
—¿Estas listas? —susurro Dax en mi oído.
—eso creo —dije nerviosa.
Convertí mis manos en puño y solté un suspiro.
—ayúdame Esmee —pedí suplicante.
—será todo un placer —dijo ella en tono juguetón.
Todos corrieron así que yo también lo hice y segundos después todos se convirtieron en lobos, sentí como los huesos nuevamente se volvían a romper y un dolor sordo invadió mi cuerpo pero después el dolor desapareció y pude admirar todo lo que estaba pasando, mi pelaje era de color café dorado y era de un tamaño bastante considerable lo cual a todos les sorprendió.
Josh se abalanzó sobre mí y sentí sus garras lastimar mi estomago, Esmee tomó el control y lo mordió haciendo que el retrocediera, me acerque a él y mostré mis colmillos para después atacarlo de frente pero el me esquivo rápidamente, corrió nuevamente a mi dirección y los dos chocamos hundiendo nuestros colmillos en nuestros hombros.
Con mis patas traseras quite a Josh de encima y lo mordí nuevamente pero esta ves con más fuerza.
—¿que esta pasando aquí? —la voz de Leroy me paralizó y yo me hice a un lado mirando de reojo a Josh.
—les dije que Amelie tiene prohibido tener pelea con ustedes, están castigados —murmuró el de mala gana.
Quize protestar pero lo único que salio de mi boca fue un gruñido y a Leroy no le agrado la idea.
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