Narra Karim.
Ella está tan unida a la cachorra que no la quiere dejar sola un instante, sin embargo, la bebé duerme y no tiene la necesidad de cargarla en todo momento.
—Bien, pero que conste que te dejo para que no andes de llorón, — es tan testaruda que no reconoce que ya es momento de aceptar que no está bien. Pero a la vez eso es lo que la hace admirable, como su persistencia sigue tan intacta y me hace suponerme pusilánime porque ella tiene eso que yo no poseo. "Fe"
Cuando al fin estuvo de acuerdo, preparé la bañera con agua caliente, no a un grado que la quemase, pero si a uno que le molestaría para ver cuál era su reacción, sin embargo, no hizo ningún gesto de malestar o incomodidad dejándome más impresionado.
—¿Qué me miras? — me interrumpe sacándome de mi asombro.
—Lo preciosa que te ves embarazada— claramente no miento, pero sí utilicé eso a mi favor.
—Natural, cuando se es bonito no importa cómo se esté, siempre se refleja la belleza— manifiesta altanera haciéndome reír y por un momento alejando mi preocupación.
—¡Uff!, ¿y el alfa arrogante era yo?— le ataqué y me lanzó un poco de agua.
Se queda sonriendo, pero pensativa— como ha cambiado todo, aún no olvido mi primer baño en la casa de mi esposo.
—Si, me asusté mucho cuando esa alergia te hizo daño.
—Ya me querías, lo que pasa es que eras demasiado tonto— nuevamente reímos.
—Sabes que Mohamed y Adub me dijeron que parecías un camello— ella abrió la boca y me vio pasmada con esas dos gemas azules tan preciosas, que por algún motivo llevan días sin variar el color como normalmente pasa.
—Desde que dé a luz a Keremil voy a castigar a ese par—, fingió estar ofendida y me indicó con su dedo índice que me acerque a ella, entonces estando cerca posó una mano en mi nuca y nos sumergimos en un beso tierno, que lentamente se fue tornando caliente, tanto que Zilo gruñó dentro de mi pecho y sentir una mordida suave en mi labio inferior terminó por provocar que la erección que llevo días aguantando doliera más.
—¡Ehh…, lobo, controla esa pasión que tú no ayudas a mi libido!, y aunque me muero por tenerte dentro ya no me cabe nada más—manifiesta Charlotte cuando me alejo respirando con dificultad.
—Te deseo muchísimo— le susurré con voz ronca demasiado excitado.
—Yo también, y quiero poder corresponderte, qué tal si me llevas a la cama, y me haces el amor— , se mordió el labio de manera sensual. Como me pidió la tomé en brazos, le sequé el cuerpo húmedo con adoración y la dejé sobre la cama.
Me tumbé a su lado y continué besándola ahora con más calma, mientras que con mis manos tocaba sus pechos inflamados acariciándolo con suavidad.
Luego mis labios fueron descendiendo por su mentón, dejando besos pausados al igual que por su cuello y clavícula, siempre teniendo presente que debo controlarme para no dejar que el instinto me domine y no terminar por hacer algo de lo que me pueda arrepentir, puesto que mi plan es darle placer sin obtenerlo yo, debido a que su cuerpo no lo resistiría.
—Te extrañaba muchísimo, — me dijo con ojos brillosos por el deseo.
—Yo también mi luna y muero por perderme en ti y no regresar a la realidad nunca—, ella me sujetó la cara con ambas manos haciendo que la mirase a los ojos.
—¿Cómo me has llamado? — ahora sus ojos estaban aguados, pero no era exactamente por el deseo.
—Mi luna, mi reina, eres la mujer que hizo la diferencia en esta manada y nos enseñó que a pesar de lo que somos nunca dejaremos de ser humanos, gracias por organizar mi mundo, Charlotte de Rashid, mi esposa, mi única esposa sin necesidad de enumerar—, al finalizar volví a besar su hombro bajando lentamente sin alejar mis labios de su piel, esa que conserva una fragancia que me enloquece desde el primer día en que la vi.
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