Narrador.
Encerrada en ese cuarto, Nazia miraba a los lados preguntándose a sí misma si era debido estar allí a solas con su cuñado y el terror se apoderó de su cuerpo y se recrimina una y otra vez por esa estupidez y falta de su parte al aceptar tal encuentro a solas. No podía dejar de pensar en que si Fátima la encuentra estará perdida, esa mujer es igual o peor de lo que era Shacia, por esa y miles de razones más salió corriendo antes de que Adub pudiera decir una sola palabra, quien se sintió rechazado por esa sola acción por parte de la humana, su lobo, aunque aún no la huele en su totalidad ya la reconoce como a su mate y fue doloroso ver que ella ni siquiera quiere dejar que su humano le explique su situación.
En cambio, ella no se detuvo hasta que llegó al Jardín en busca de Charlotte, quien estaba hablándole a las flores como si fueran personas.
—Charlotte— llamó agitada y al borde del llanto. Charlotte en cuanto la vio se alzó y se aproximó mirándola con asombro.
—¿Qué te sucede? — le cuestiono alarmada, sin dejar de observarla con el rostro sumamente rojo— debes respirar— le pidió.
—Dime si viste a un demonio que vienes tan mal, al menos habla, mujer, no soy adivina o es que Fátima también le ha seguido los pasos a Shacia—, esto último más que con la burla acostumbrada, le averiguó con auténtica preocupación.
—No, que dices…, es que, bueno…, yo necesito hablar contigo, sabes, esto, yo, no. — Charlotte alzó las cejas, no entendía ni un rábano.
—Tú que, sé directa, si quieres que te comprenda, o se trata de nuestro cuñado. — Nazia bajó la cabeza, y si antes estaba roja, ahora miles de colores pasaron por su rostro.
—Es tan evidente— reconoció ella y Charlotte creó un sonido con la lengua al mismo tiempo que alzaba la cabeza con rapidez, gesto que le indicaba que no es de importancia ese detalle.
—Es normal que te enamores de otra persona, eres humana, además Karim ni siquiera las mira, ustedes sienten, no son muñecas de trapos nacidas para ser esposas—, los ojos de Nazia casi se salen de órbita y observó a todas partes con miedo a que alguien pudiera escuchar.
—No es así, Charlotte, no importa si nuestro esposo no nos quiere tocar, igual no podemos enamorarnos de otro o elegir, simplemente debemos buscar la manera de que nuestro esposo nos mire, pero a todo esto lo que más me deja mal es que no es debido, — explicaba jugando con sus dedos. — Soy impura, no debí sentir nada por el hermano de mi esposo, eso no es correcto, no puedo estar pensando en otro hombre o soñando con él.
—Y desde cuando sientes eso.
—Desde el primer día que lo conocí, incluso me hizo ilusión que él fuera mi esposo, pero ese mismo día iba con Karim que fue a conocerme como a su futura esposa. — Adub estaba escuchando todo con su audición de lobo.
—Qué tal si simplemente dejas de pensar en lo impura que eres o en qué dirán tu familia y le dices a Karim lo que sientes. Para mí lo injusto es que tengas que servirle a un hombre que no amas, y no importa cómo te hayan criado o que te hayan enseñado, lucha por lo que creas correcto, por lo que quieres o dime algo, ¿ha venido tu familia a saber si eres feliz luego de que tomaron el dineral que de seguro Karim le dio en el momento que se casaron? —, ella la miró horrorizada.
—Charlotte, eso es una falta enorme, aunque él me dice que ya nuestro esposo sabe.
—¿Qué más te dijo?
—Salí corriendo, no pude escuchar más.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Secretos de Lobos.