No había ni un atisbo de sorpresa en la cara de Rebeca cuando vio a José.
¿Cómo iban a quedarse de brazos cruzados cuando el proyecto Inteligencia de Tráfico, que era crucial para el desarrollo del Grupo Mena, fue arrebatado por ellos?
Además, Rebeca no solo haría algo así una vez y ya.
En el futuro, encontraría más oporunidades para atacar.
Esta vez la puja había terminado, y la familia Mena perdió este proyecto, así que si no se equivocaba, José se acercó para evitar que volviera a ocurrir algo parecido.
¿Y cómo quería convencerla?
Con sentimientos, por supuesto.
Porque esto no le costaba nada.
Sin embargo, Rebeca no quería hacer una farsa con él.
Se dio la vuelta y tomó la iniciativa cuando él iba a volver a hablar: —Recuerdo la última vez que Alejandra dijo que yo no era su nieta delante de tanta gente; ha pasado medio año desde que os mudaron a Fassumi, y no han sido pocas las veces que me he cruzado contigo, pero ni una sola vez me has presentado como tu hija delante de los demás...
Rebeca hizo una pausa en su tono y le dirigió una mirada fría e indiferente: —Así que, ¿qué crees que vas a poder decirme ahora?
Rebeca destapó directamente el poco vínculo padre-hija que quedaba entre ellos.
José se quedó helado y antes de que pudiera decir nada, escuchó la risa de Cristian a sus espaldas: —Sí, ¿qué más crees que puedes decirle a Rebeca a estas alturas?
José frunció el ceño: —Señor Figueras, es entre Rebeca y yo...
—¿Rebeca? —dijo Cristian, encontrándolo divertido—. ¿Sabes cómo se llama? ¿Por qué no te veo llamarla así cuando hay gente alrededor?
Ya dejó claro todo.
Rebeca no quiso perder más tiempo, le dijo a Cristian: —Vámonos.
José miró la frialdad y la indiferencia bajo los ojos de su hija y de repente se dio cuenta de que realmente ya no lo tomaba como su padre.
Cuando Rebeca terminó de hablar, subió las escaleras sin mirar atrás.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Señor Lafuente, su esposa ha pedido el divorcio hace tiempo