Cuando Rebeca terminó sus tareas, ya eran más de las diez.
Había llegado el otoño y las recientes lluvias habían traído consigo un notable descenso de las temperaturas. Quizás estar demasiado tiempo sentada frente al ordenador la había dejado expuesta a las corrientes de aire, porque cuando cerró el portátil y se levantó para darse una ducha, un repentino escalofrío recorrió su cuerpo, seguido de una serie de estornudos.
Después del baño, salió con la nariz congestionada y una sensación de sequedad y ardor en la garganta.
Al darse cuenta de que tal vez estaba resfriándose, y sabiendo que los sirvientes de la casa ya se habrían retirado a esa hora, Rebeca bajó a prepararse una infisuión de jengibre.
Tras terminarse la bebida, apenas había subido las escaleras cuando oyó la voz de Logan: —¿Aún estás despierta?
Rebeca giró la cabeza. —Ahora voy a la cama.
Después de beber el té de jengibre y tomar un medicamento para el resfriado que había encontrado abajo, se sintió un poco mejor.
Pero ahora estaba bastante cansada y no tenía energía para decirle mucho más: —Voy a volver a la cama.
Con eso, se dio la vuelta y se dirigió a la habitación de su hija, donde se quedó dormida poco después.
No tenía ni idea de cuánto tiempo había dormido cuando, en medio de la confusión, le pareció oír la voz de Carolina.
—Mamá, estás ardiendo.
Poco después, el sonido de otros pasos llenó la habitación. Rebeca intentó abrir los ojos, pero sentía la cabeza pesada y mareada. Pronto volvió a caer en un sueño confuso.
Cuando despertó, le latía la cabeza, le dolía el cuerpo y le ardía la garganta.
Intentó incorporarse para beber agua, pero en cuanto se levantó de la cama, alguien vino a sostenerla. —¿Quieres un poco de agua?
Rebeca se quedó paralizada por un momento antes de abrir los ojos.
Para su sorpresa, Logan estaba delante de ella.
Ya se había dado la vuelta para ir a buscarle agua. Unos instantes después, regresó con un vaso y lo colocó a su alcance. Rebeca lo tomó instintivamente, a punto de darle las gracias, pero se dio cuenta de que le dolía tanto la garganta que apenas podía hablar.


VERIFYCAPTCHA_LABEL
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Señor Lafuente, su esposa ha pedido el divorcio hace tiempo
Llegué al capítulo 593 y no puedo seguir!. Taaantos capítulos y ahora resulta que quedé estancada. Pensé que por fin había encontrado una página donde podría leer una novela en forma continuada, sin comprar capítulos,pero no, son igual que las demás, ni siquiera dan chance de ver publicidad para seguir leyendo. Pésimo!!....