Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 26

Álvaro estaba bajo la escalera, tenía un gesto de rabia.

—¿Qué sucede, querido, no dormiste bien? —exclamó burlón

Los ojos de Álvaro miraron con rabia a Marcus.

—Supongo que no dormí mejor que tú.

Marcus esbozó una risita sarcástica

—No creo que ningún hombre en este planeta duerma mejor que yo, pero, cada uno tiene lo que merece, hijo.

Fátima apareció ante ellos.

—Estoy lista, ya quiero ver a mi nieto.

Álvaro sintió rabia, pensar que su abuela pudiera interesarse por otro nieto que no fuera él, le dolía.

Andrés se les unió y salieron de la casa.

Stella estaba tan rabiosa, recordó su plática ayer, con Álvaro, él estaba tan mal, le pidió que no permitiera que Evana y Marcus fueran felices, quería separarlos.

—Ellos lastimaron a mi pobre hijo, se unieron en su contra, ahora lo pagarán.

Stella llamó al lugar que su hijo le pidió, tenían un plan macabro que podrían en acción a partir de hoy.

En el hospital

Marcus llevó a su madre, ella y Andrés fueron los primeros en entrar.

Cuando ella vio el rostro de aquel joven, unos años más joven que Álvaro se quedó impactada, lejos de su aparente estado, el chico era más parecido a su padre.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, sintió que era como volver a verlo.

Ella se acercó, besó su mano.

Él chico abrió los ojos, su tía estaba a su lado.

—No habla mucho, pero si la Escucha y entiende.

—Soy Fátima, cariño, soy tu abuela.

Los ojso del chico se abrieron grandes, sonrió.

—Abue… abuela…

Las lágrimas rodaron por el rostro de Fátima.

Marcus estaba con el doctor.

—¿Cómo estará Ian?

—Bueno, con la operación puede mejorar un poco, pero no representará un gran avance, sin embargo, le ayudará a estabilizarse, al menos, un par de años más.

—¿Un par de años más?

—De sobrevivencia, aún está muy grave, no puede respirar por sí mismo —dijo el doctor ante la pregunta de Álvaro.

Él bajó la mirada

«¡De ninguna manera permitiré que ese bastardo robe parte de mi dinero», pensó

Los abuelos salieron de la habitación.

—Es tan parecido a Ismael.

—Quiero verlo.

—Claro, hijo.

—Quiero hacerlo solo.

Álvaro entró en la habitación y miró a la mujer ahí.

—Eres su hermano…

—Quiero estar a solas con él, ¿Nos permites?

La mujer asintió, salió con lentitud.

Apenas la mujer salió, Álvaro se acercó al chico, lo miraba con profundo desprecio, casi como si mirara a la basura

Cuando Ian abrió los ojos, le miró con duda, sin saber quien era, Álvaro tuvo que reconocer que se parecía a su padre, era cierto.

El joven balbuceó un intento de palabras

—¿Quién soy? Soy el único heredero de los Ford, el único hijo de Ismael Ford, y tú, eres nada, solo un adefesio, debes morir, no tienes esperanza.

Álvaro tiró de la mascarilla, el joven comenzó a ahogarse, pero como hacia ruido, tomó un pequeño cojín de una silla, cubrió su boca, mientras miraba que nadie lo viera, que no hubiera cámaras.

De pronto, fue como si Álvaro se diera cuenta de la crueldad que cometía, soltó el cojín, lo dejó en el mismo lugar, sus ojos estaban incrédulos, le puso la mascarilla, pero el joven seguía retorciéndose en espasmos, buscando aire. Álvaro retrocedió, arrepentido, no podía dejar de mirar esos ojos grandes que lo miraban como si fuera el culpable de todo.

Ian se quedó bien quieto, sus ojos bien abiertos, y el monitor resonó en un ruido seco que dolió en sus oídos.

Los ojos de Álvaro se engrandecieron, asustado, respiró tan rápido.

Luego sintió un dolor en su corazón parecido al terror.

Capítulo Veintiséis: ¿Qué harías por un hijo? 1

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