Sabrina llegó a la mansión Ford, apenas abrió la puerta, miró a Fátima frente a ella, le dio una fuerte bofetada
—¡Eres una desvergonzada! ¿Dónde pasaste la noche?
Las lágrimas emergieron por el rostro de la chica, que tocó su rostro, asustado.
—Yo… ¡Lo siento tanto!
—¿Lo sientes? —exclamó la mujer casi con burla ante sus palabras. Sentái profndo despecio y era incapz de ver que no era objetiva.
Fátima abrió su abrigo y miró los moretones en su cuello.
—¡¿Con quien te revolcaste, mujerzuela barata?! —la mujer la lanzó al suelo y Sabrina solo lloraba asustada, como un pequeño animalito herido.
—¡Ya basta, Fátima! ¡detente! ¿Qué le haces a mi hija?
—¡Tú hija, es una bastarda repulsiva, que fue y se revolcó con un hombre y viene como si nada!
Sabrina tenía la mirada destrozada, asustada
—¡Lo siento, padre…!
—¡Ya basta, Fátima! ¿En que siglo crees que estamos? Si Sabrina hizo eso, es su vida y no debes meterte en esto, es mi hija, ¡La respetarás!
Fátima le miró incrédula
—¡¿Ahora la defenderás?!
Andrés levantó a la chica del suelo.
—Si hay algo que he aprendido en este tiempo, y también de Marcus y Evana, es que las mejores personas no están ceñidas a tus tontas reglas, y se acabó, no permitiré que maltrates más a Sabrina, te guste o no es mi hija, y debes respetarla, si ella quiere hacer con su vida un papalote, puede hacerlo, ella sabe que tiene un padre que la ama, y que pase lo que pase, estará orgulloso de tener una hija.
Sabrina le miró impactada, ahora solo quería abrazarlo.
—¡Eres un imbécil!
—¿Y si lo soy, ¿Por qué sigues casada conmigo?
Fátima lo miró con estupor, sus ojos brillaron por el deseo de llorar y se alejó rápido.
Sabrina se abrazó a su padre.
—¡Padre, perdóname, padre! Soy tonta, soy fea, no merezco un buen padre como tú.
—¿Qué dices, niñita? Tú eres maravillosa, no dejes que nadie te haga sentir mal, no te olvides, eres una Ford, eres mi hija, y yo te amo.
Sabrina lo abrazó con fuerza, tal vez no tenía nada en el mundo, pero con su padre lo tenía todo.
Álvaro abrió los ojos, y Nicol lo miró con rabia.
—¡¿Ahora qué?!
—¿Con quién estuviste anoche?
Álvaro sonrió malicioso
—Estuve buscando a la perra que me ayudará a destruir a Evana y a Marcus Ford.
Nicol le miró con duda
—¿Quién?
—La asistente de Marcus lo ama tanto, que hará lo que sea para ser suya.
Nicol sonrió.
—Y tan modosita que parecía, ellos no han vuelto, ¿Qué harás?
—Poco a poco, ya verás, me lo pagará, Evana sufrirá como el mismo infierno, te lo juro.
—¿Por qué la odias más que nunca?
—Cállate —sentenció cuando la recordó en los brazos de Marcus.
Un mes despues.
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