Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 53

Evana abrió los ojos asustada, pero sintió esas manos que la abrazaban de nuevo.

—Solo fue una pesadilla, amor, estoy aquí.

Ella sonrió, se abrazó a su pecho.

—¿De Verdad crees que fue él quien lo hizo? ¿Por qué es tan malo? ¿Acaso no tiene lo que quiere?

—ÉL quiere todo, Evana, quiere dinero, todo el poder, y quizas también a ti, pero será mejor que Álvaro se prepare, ha comenzado una guerra, no lo dejaré ganar, no si eso significa perderte.

—Promete que no devolverás el mal con el mal, promete que estarás a salvo a mi lado, tengo miedo, Marcus, nunca temí tanto de Álvaro como ahora.

Él la abrazó.

—Te prometo que estaré a salvo para ti, te prometo que Álvaro algún día, dejará de ser nuestro problema.

Ella se recargó en su pecho, sintió lo latidos de su corazón que la calmaron.

Mansión Ford.

—Mi querido tío Marcus, siempre fue un buen hombre, inteligente, poderoso, pero, todo se acaba y hoy nos toca darle el último adiós. Estamos tristes por su deceso, pero debemos seguir adelante, confiando que lo mejor está por venir, les pido que lo recordemos en nuestro corazón, como el gran hombre que fue, ahora yo seré el único líder de la familia Ford.

Los ojos de Andrés se ensancharon al escuchar sus palabras

«Sí… fue él, Álvaro, mi pobre Álvaro es mala semilla», pensó

Flashback;

Treinta años atrás.

—¡¿Cómo pudiste mentirme, Fátima?! Aquí está confirmado, Ismael no es mi hijo, ¡No es mi hijo! ¿Fuiste infiel? ¡quiero el maldito divorcio, ¿Y callas?

Andrés la miró con tristeza, inventó irse, su voz lo detuvo.

—No fui infiel, fui abusada.

Él se quedó perplejo

—¿Abusada? ¿Qué estás diciendo…? —exclamó con voz temblorosa

—Fue tu peor enemigo, Hugh Glenn abusó de mí en esa fiesta, cuando tú me dejaste sola, y tuviste que ir a tu trabajo, me drogó, lo juro, cuando desperté… —ella sollozó

—¡Ese maldito! Lo mataré, es un demonio, ¡Es un psicópata!

—¡No lo digas, Andrés! Me matarás de la vergüenza, no lo digas, ¡Ten piedad! Déjame si quieres, pero no lo digas nunca, júralo, no odies a Ismael, te lo suplico.

Ella se arrodilló ante él.

—Era muy joven y tonta, éramos recién casados.

—Callaste tanto tiempo Fátima…

—Perdóname… por favor…

—Si callo me iré, no puedo quedarme…

—Nuestro Marcus, ¿Ni por él te quedarías?»

Andrés volvió a la realidad miró a Álvaro, su sonrisa, sus gestos, de pronto le pareció tan igual a su peor enemigo, ahora Hugh Glenn debía tener casi sesenta años y estar en prisión, nunca pagó por lo que hizo a Fátima, pero sí por haberse codeado con la mafia, entonces, fue apresado por lavado dinero, hasta pudrirse por más de veinte años.

«Ismael era un ángel, era un sol, era bueno como semilla en tierra fértil, pero Álvaro… es malo, cruel como su abuelo, tiene su mala sangre en sus venas, no permitiré que destruyan mi familia una segunda vez», pensó

Al día siguiente.

En la empresa Ford.

Álvaro llegó, llevaba un gesto de superioridad, todos los que eran sus aliados, lo recibieron con una gran sonrisa, pero aquellos que eran sus contrarios, estaban temblando de miedo.

Pilar estaba llorando, destruida en su escritorio.

—¡Oh, querida! No llores por un fantasma, tal vez, si te portas bien, pueda darte el lugar que mi tío no te dio, en mi cama.

Pilar le miró con estupro, tragó saliva con miedo.

—Los socios ya lo esperan en la sala de juntas.

El hombre sonrió.

Entró a la sala de juntas, los socios le miraron con temor, otros estaban felices.

—Bien, señores, les tengo una noticia, he firmado un acuerdo con una empresa italiana que nos ayudará para servicios mixtos.

—¿Un proveedor nuevo?

—Así es.

Capítulo Cincuenta y tres: Soy un fantasma que nunca olvidarás 1

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