Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 55

—¡Abuelo, no puedes hacerme esto! Soy tu nieto.

Andrés bajó la mirada

—¡Solo vete! —exclamó con fuerza y rabia.

Llamaron a la puerta y un guardia entró

Marcus sonrió al ver que su sobrino por fin recibía su buen merecido, luego del daño que les había causado.

—Escolten a este hombre hasta la salida de la empresa —exigió Marcus

Álvaro sintió que lo tomaban con fuerza del brazo y era sacado, gritó, berreó y pataleó, mas nada pudo hacer, al final fue echado del lugar.

Pilar abrió ojos enormes al darse cuenta de lo que ocurría, fue hasta la sala de juntas y cuando vio ahí a Marcus Ford, casi se desmaya

—¿Estás bien, Pilar?

—¡Marcus, estás vivo! Marcus… —ella se abalanzó a sus brazos, sollozando como una niña

Marcus se sintió incómodo y Andrés los miró con extrañeza.

Él tenía un objetivo claro, y era despedir a Pilar, luego de confesarle su amor, Marcus tenía claro que ella no podía seguir a su lado, y que generara algún problema con Evana.

Mansión Ford.

Sabrina se despidió de Evana.

—Debo volver a casa —dijo Sabrina

—Cuídate mucho, y cuida mucho a tu bebé.

Sabrina sonrió

—Cada vez me siento mejor, el doctor dice que todo va muy bien

Evana la abrazó

—¿Y el matrimonio?

—Bueno, hasta ahora, aunque es extraño, Jonathan se ha portado bien conmigo, dulce, incluso, estuve pensando en mis posibilidades.

—¿Posibilidades?

—De enamorarlo.

Evana sonrió ilusionada por Sabrina

—El amor cuando nace de verdad es inquebrantable, Sabrina, es hermoso, y nace en cualquier lugar.

—De ser posible, me encantaría enamorarlo, pero, no sé si pueda enamorarlo.

—Tú eres bella, aunque no lo niegues, y, además, tienes un gran corazón, él te amará, ya lo verás.

Sabrina quiso pensar que así sería. Se fue a su nueva casa.

Evana llamó a Marcus y él respondió enseguida

—Vamos en camino, ¿Cómo estás?

—Todo bien, amor, ya quiero verte, ¿Cancelaste las tarjetas de crédito de las víboras?

—Claro que sí, por cierto, tengo todo listo, ¿Quieres hacerlo?

—Lo haré.

Evana colgó la llamada.

Álvaro manejaba su lujoso auto por el boulevard más transitado de la ciudad, estaba tan enfurecido, apenas podía respirar, no podía creer que Marcus estuviera vivo, que le hubiera ganado de nuevo la partida

—¡¿Cuántas malditas veces más perderé ante ese infeliz?! —exclamó con rabia

Capítulo Cincuenta y cinco: Una cucharada de tu propio veneno 1

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