Al día siguiente.
Evana salió de casa, estaba por comprar algunos regalos para el pequeño Andrés, hijo de Sabrina, estaba tan feliz, el chofer la esperaba afuera del centro comercial.
Ella no se dio cuenta de que era seguida.
Salió y subió al auto con el chofer, pero el hombre se detuvo en pleno carretera, notando que dos llantas estaban pinchadas.
—Señora, tengo dos llantas pinchadas, debo ir a cambiarlas, creo que hay una gasolinera cerca, ¿Podría esperar aquí? —exclamó
Evana asintió con lentitud.
Le envió mensaje a su esposo de que estaba ahí, esperando, pronto Evana notó que el tiempo transcurría, el chofer no volvía.
Lo intentó llamar, pero el teléfono se iba a buzón de voz.
Ella bajó del auto, notó que ese camino estaba poco concurrido, se sintió preocupada, quería ir a casa, miró las llantas, cuando de pronto, sintió una presencia, al intentar mirar atrás, fue sorprendida, alguien cubrió su boca con un pañuelo, impidiendo que gritara. Luchó, hasta que sintió que inyectaron algo en su cuello, algo que ardió en su piel, luego sintió que era llevada por esos hombres.
Evana no podía hacer nada.
Álvaro estaba en el hotel, cuando vio que trajeron a Evana, sonrió con malicia, hizo que la dejaran en la cama, luego los hombres salieron.
—Son hábiles los hombres de mi abuelo, ¿no lo crees, abuela querida? —dijo Álvaro
Fátima tenía ojos severos al mirar a Evana.
—Cállate, ahora sal, la desnudaré para que piensen lo peor, ¿a que hora traerán al desgraciado de Jonathan.
—Pronto, ¿crees que mi tío lo crea? No sé, siento que confía mucho en esta perra.
—Lo creeré, Marcus es hombre, y a todos les duele el ego cuando se trata de una infidelidad, ¿no lo crees? —exclamó la abuela
—Eso espero, porque, abuela, podría reventarse esto en tu cara, solo recuerda que te lo advertí.
—¿Y que prefieres? ¿Qué está mujer sea la dueña y señora cuando le dé un hijo a Marcus?
Álvaro sonrió.
—Evana es tan estéril como el desierto, abuela.
—Hasta en el desierto crecen plantas, hijo.
Álvaro salió de ahí.
Fátima miró a la mujer con odio. Pellizcó su barbilla con fuerza
—¿Crees que podías ganarme, Evana? No lo harás.
La mujer rompió su ropa, hasta dejarla expuesta, luego la metió en la cama, cobijándola con las mantas.
—Cuando Marcus te encuentre, correrá conmigo, llorando, diciéndome lo zorra que eres, estará tan arrepentido de haberte amado, volverá a su madre.
La mujer estaba por irse, pero se detuvo en seco, sus ojos se abrieron grandes, estaba asustada, temblorosa.
—¡No… tú! ¡estás muerto!
Ella podía ver a Andrés, era una alucinación proveniente de su culpa, la silueta de Andrés estaba ante ella, podía ver su rostro, sus ojos oscuros, enfurecidos, y una sangre que seguía ensuciando el piso, hasta llegar a sus pies, haciéndola salta del susto.
—¡¿Abuela?! ¿Qué pasa? ¿Por qué gritas? Llamarás la atención.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex