Caleb se ponía una cara extremadamente fea y estaba muy molesto por las palabras agresivas de Alina.
Ahora Alina le daba a él impresión de que ya se había vuelto completamente loca.
Vanessa, quien tenía un rostro muy hosco, miró con frialdad a Caleb y preguntó en una voz llena de enfado deprimente:
—¿Qué quieres?
—¡Este incidente no se acaba y todavía lo estoy investigando! —replicó Caleb con severidad.
—Je. ¿Estás investigando? ¿Qué? ¿Quieres decir que Alina está ciega? —Vanessa dijo palabra por palabra, mirando a su hijo con desdén.
Ante las palabras de su madre, la cara se le hizo más sombría a Caleb y no habló.
Tras un momento, Vanessa, muy decepcionada, dijo:
—Vete. Ya no quiero verte más.
Tres años atrás, cuando le habían informado de ese asunto, ya se quedó muy decepcionada de este hijo suyo. Ahora, viendo la actitud de este en esta cosa, ¡Vanessa incluso deseaba no haber tenido nunca este hijo!
Si no hubiera ocurrido el accidente de tres años atrás, Vanessa probablemente no se habría puesto del lado de Alina, al menos, no habría confiado en ella incondicionalmente.
Pero lo sucedido le demostraba a ella lo confundido que estaba su hijo y lo maliciosa que era Emma. Lo peor para Vanessa era que Caleb nunca se había dado cuenta de su error ni había hecho nada al respecto.
—¡Mamá! —Caleb gritó en voz un poco nerviosa.
—¡Lárgate ya! —esta dijo en un tono indiscutible.
Caleb quiso decir algo, sin embargo, al ver la impaciencia y el desdén en la mirada de su madre, renunció a la idea. Conocía muy bien a su madre y sabía que no la convencería, él dijera lo que dijera.
—Vámonos —Caleb dijo, mirando a Alina.
No obstante, cuando él acababa de terminar tales palabras, Vanessa dijo en voz indiferente:
—Alina se quedará y no se irá contigo.
Al oír las palabras de esta, Caleb se molestó aún más y le lanzó una mirada feroz a Alina. Pero esta le hizo caso omiso.
Al final, Caleb se fue, con todo el cuerpo irradiando un aura peligrosa.
Caleb no quería irse de Ingford fácilmente. Por el momento, no era seguro que enviara a Emma al extranjero. Con el temperamento de Chester, si Emma estuviera en sus manos, el resto de su vida sería una pesadilla.
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