«Je. ¿Qué es lo que quiero?»
—Quiero todo de ti —dijo Alina con firmeza.
Lanzadas las palabras, toda la sala se quedó en un silencio sepulcral.
Tras un buen rato, Caleb soltó una risotada y dijo:
—Eres bastante codiciosa.
—Caleb, aunque no me importa nada lo que tienes, este es el precio que tienes que pagar.
Todos los traidores debían pagar las maldades que había hecho. Al principio, Alina ya no había querido ajustar cuentas con Caleb y Emma, pero la actitud de Caleb de hoy la cabreó tanto que esta vez ella se lo iba a hacer pagar y le iba a dar una dura lección. —¿Eres capaz de hacerlo? —Caleb se mofó.
Alina replicó:
—Caleb, ¡no me casé contigo por dinero! Pero hoy has sido tú quien me ha obligado a tomar una medida así.
La sonrisa burlona del hombre se hizo más notable en los labios y en sus ojos profundos brilló un atisbo de disgusto.
Todos estos años, en la mente de Caleb, Alina había sido diferente de esas mujeres esnobs, teniendo un alma pura y noble y que no aspiraba al dinero, pero ahora él pensaba que no era diferente de esas mujeres codiciosas.
Hoy la intención de la visita de Caleb fue para preguntarle a Alina por la noche anterior que Andre había pasado con ella en Shepford Aparments, pero él no esperó que la situación llegara a este punto.
Cada palabra que Alina había dicho era hiriente y malsonante, sin ninguna ternura y suavidad de tres años atrás.
Caleb se dio la vuelta para marcharse, pero Alina le impidió:
—¡Espera!
Caleb se detuvo en seco. Y Alina se le acercó y metió una mano en el bolsillo del traje de este.
—¡¿Qué estás haciendo?!
Antes de que Caleb pudiera reaccionar, Alina le sacó la licencia de conducir del bolsillo y la agitó a su frente con la mano.
—El otro día te saltaste semáforos en rojo conduciendo mi coche a toda velocidad. Por tu culpa, me suspendieron el carné de conducir. Naturalmente, tienes que pagar por ello.
Tras decir esto, Alina se marchó con la licencia de Caleb.
«¡Esa maldita mujer! ¡¿Desde cuándo se ha vuelto tan vengativa?!»
Caleb también se fue, molesto.
***
Esa misma noche, Andre se apresuró a acudir a la empresa para una reunión de urgencia tras recibir una llamada de la oficina.
—¡¿Caleb está loco o qué?! —Andre maldijo por lo bajo.
Sin duda alguna, la reunión urgente tenía algo que ver con Caleb.
Andre había querido ir a Ingford a hacerle compañía a Alina después de terminar su trabajo, pero Caleb se comportaba como un lunático, echándole toda la culpa a él y provocando problemas a su empresa cada vez que tenía conflictos con Alina.
***
A la mañana siguiente, Alina, con la licencia de conducir de Caleb, acudió a la Oficina de Tráfico para tramitar la infracción.
Caleb, que se encontraba en una sala de reuniones, recibió varios mensajes a primera hora de la mañana:
«Notificación: Usted tiene que pagar una multa de 500 euros por haber violado repetidamente semáforos en rojo. Para más información, por favor consulte a la Oficina de Tráfico.»
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy más rica que mi exmarido multimillonario