Sr. CEO, ¡perdió mi corazón para siempre! romance Capítulo 290

—Avery, ¿crees que eres algo especial? —Dylan extendió su gran palma, agarrando la barbilla de Avery, frotándola intermitentemente con las ásperas yemas de los dedos que le hacían doler la mandíbula.

Su agarre era fuerte y Avery no podía soltarse. Unas ondas oscuras se agitaban en los ojos de Dylan, sin revelar ningún rastro de luz.

—¿Así es como atraes a la gente todos los días? —Su duro pecho se presionó contra el de ella, sin dejar espacio entre ellos.

Dylan, con los dientes apretados, habló lentamente, casi arrastrando las palabras: "Llevamos tres años de matrimonio y he sido injusto contigo. Estás vacía y sola, ¿así que coqueteas con cualquier hombre que se te cruce en el camino?".

Finalmente, cuando estuvo seguro de que Dylan estaba borracho, posiblemente más allá de lo razonable, el rostro de Avery se puso rígido. "¿Qué te pasa, Dylan?"

—¡Suéltame! —Ella forcejeó, casi liberándose de su agarre, pero él la sujetó por los hombros con fuerza, su agarre amenazante.

—¿Dejarme ir? —se burló Dylan—. Avery, eres mi señora Picard. ¡Todo lo que te haga está dentro de mis derechos!

—No sólo no te soltaré, ¡sino que haré esto! —Con esas palabras, la mano de Dylan se deslizó debajo de su falda, ejerciendo fuerza.

¡Clic! El cierre abotonado de su falda, de calidad resistente, cedió ante el tirón de Dylan, exponiendo su piel clara y sus hombros redondeados en un instante.

Conmocionada, Avery sintió su mano abrasadora en la cintura. Su corazón se aceleró sin control.

Luchando, se protegió el pecho con una mano mientras los insistentes besos de Dylan caían sobre ella, reclamando sus labios con fuerza.

—Mmm… —Su beso, dominante y feroz, le robó el aliento; su lengua tenía sabor a alcohol y Avery se sintió intoxicada.

Ella giró la cabeza para evadir su beso, su cuerpo se aflojó como si se rindiera.

La mirada, otrora profunda, de Dylan ahora parecía agua estancada, opaca y astuta.

¡Esta mujer, Avery, parecía dispuesta a abrir las piernas a cualquier hombre que llamara a su puerta!

El interés de Dylan disminuyó y su mano se movió más lentamente por el cuerpo de Avery.

De repente, Avery se movió, empujando a Dylan con todas sus fuerzas.

Tomado por sorpresa, golpeó la puerta del baño con un ruido sordo, quedando momentáneamente aturdido.

Mientras se abrochaba frenéticamente la ropa, Avery reveló una marca de fresa roja viva en su cuello pálido y miró fijamente a Dylan.

¡Golpe! Avery le dio una bofetada a Dylan en la cara sin contenerse.

Con la mejilla ardiendo, se lamió los labios y la miró con el ceño fruncido.

—Como señora Picard, ¿cree usted que cualquier hombre puede poseerla, pero su legítimo esposo no puede?

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