Sr. CEO, ¡perdió mi corazón para siempre! romance Capítulo 400

Dylan soltó una risa fría y entrecerró los ojos con un dejo de desdén que era difícil de ignorar. Ya le había dicho a Avery la noche anterior que no pegaba a las mujeres y que, sin importar lo que pasara, ella no podía cambiar sus principios.

"Vuelve", dijo Avery en voz baja, respirando profundamente.

Monroe parecía ofendido, pero no se atrevió a decir mucho. Miró a Dylan con resentimiento y murmuró: "Yo..."

—Entonces regresaré primero. Si te intimida, llámame. Yo... —La voz de Monroe era baja y feroz, como si la hubieran forzado a salir de su garganta—. ¡Lo mataré!

Monroe se fue.

Dylan, sin embargo, siguió jugando con Grace. Sostenía una manzana finamente pelada en una mano y un bisturí afilado en la otra, cortando un trozo de fruta y ofreciéndoselo a Grace.

Avery se quedó quieta, con el rostro inexpresivo, tan frío y sin vida como un maniquí. "Ahora que estamos solos, ¿puedes decirme qué es lo que realmente quieres?"

"No estoy aquí para nada más que para almorzar con mi hija", respondió Dylan.

En un instante, Avery recordó lo que Grace le había dicho por teléfono. Dylan sabía que estaba equivocado, Dylan la extrañaba, Dylan no quería el divorcio.

¡No! Que todo esto sucediera a la vez era tan improbable como ascender al cielo.

—Dylan, deja de hacer tonterías —dijo Avery, con un tono que delataba el cansancio que se apoderaba de su alma. Se dejó caer en un sofá de una plaza en la habitación del hospital.

—Me odias. Deberías estar más feliz por el divorcio que yo. Nunca reconociste a Grace como tu hija cuando yo era tu esposa. Ahora que nos estamos divorciando, ¿dices que quieres almorzar con ella?

—¡No puedo entender lo que estás haciendo! —Avery se mordió el labio y sus ojos se llenaron rápidamente de ira—. Pero de una cosa estoy segura, Dylan: ¡lo que estás haciendo es realmente bajo!

"¡Esto no es propio de ti en absoluto! ¡Si sigues así, te perderé todo el respeto!"

Dylan se quedó paralizado, con el bisturí en la mano suspendido en el aire.

Por un momento, no podía creer lo que estaba oyendo. Avery, que ya no era la alta figura del Grupo FC, vestía un vestido largo blanco, estaba acurrucada en el sofá individual y lucía tan frágil como una muñeca de porcelana.

¿Perderle el respeto? ¡Debería hacerlo! Hace tres años no pudo soportar su presión y ahora ni siquiera pudo recuperar a su hija.

Avery era lo suficientemente poderosa como para controlar las nubes y la lluvia, pero ¿a quién respetaba realmente? Dylan soltó una risa fría. ¿De verdad creía que sin ella no podría hacer nada? ¿O estaba convencida de que no podría recuperar la custodia de Grace?

La mirada de Dylan vaciló mientras dejaba el bisturí sobre la mesa y se dirigía a grandes zancadas hacia Avery. Se inclinó y presionó las manos sobre los apoyabrazos; sus narices casi se tocaban y sus ojos se encontraron en una mirada oscura.

A pesar de la cercanía, parecía que había una distancia insuperable entre ellos.

Los sentidos de Avery se vieron abrumados por el fuerte y desconocido aroma masculino de Dylan. Técnicamente, habían pasado once años desde que Dylan la había dejado, llevándose consigo todo su amor y los recuerdos de él.

Antes de firmar los papeles del divorcio, Avery aún albergaba la fantasía de que su proximidad la pondría nerviosa, tímida incluso. Ahora, lo único que provocaba era resistencia.

Avery giró la cabeza para evitar la proximidad de Dylan. Frunció los labios, ocultando la tormenta de emociones que sentía en su interior, y habló en tono tranquilo: "Dylan, ten un poco de respeto por ti mismo, por favor".

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