—¿Te refieres a Javier? —Micaela se expuso.
Carlos asintió con la cabeza.
—Era mi compañero del bachillerato y se sentaba detrás de mí.
Ella le contó lo que le había dicho a Alba.
De repente, a Micaela se le ocurrió que cuando cené con Katarina y Alba, parecía que fue él quien les pagó.
Como la cámara no había captado la cara de Javier, aunque ella lo viera, no estaría segura de era él. Por eso, mejor le preguntaría mañana…
—¿Aceptaste a Marcos por Javier?
Micaela se quedó estupefacta por las preguntas de Carlos y lo miró…
—Este compañero de clase se parece un poco a Marcos, ¿no?
Carlos se sintió muy celoso, pero no pudo controlarse. Al pensar que fue el primer amor de Micaela, se fastidiaba mucho...
Ella movió la cabeza. Todavía no había pensado en lo que dijo él.
—No lo sé. Pero como ellos se parecen, me gustó Marcos más. Eso es verdad.
No lo sabía…
Tenía razón. Ella estaba muy inocente en el bachillerato. Además, no era sensible al amor y hasta ahora por fin exactamente lo entendió. Era normal que no supiera si le había gustado Javier.
Carlos se alegró por la insensibilidad de ella...
—¿Te importa? —Micaela le preguntó tentativamente.
—No puedo participar en tu pasado. Pero en tu futuro, solo yo puedo estar. En tu sueño y tu corazón, soy tu único amor.
—Solo tú. Nadie va a existir —contenta, Micaela le abrazó en la cintura.
Nadie podía gustarle como él...
—Duerme, buenas noches —él se sintió mejor después de escucharla y le besó en la frente.
A la mañana siguiente, Carlos no estaba cuando Micaela se despertó.
A pesar del terrible accidente, anoche fue la mejor noche para ella.
Ella se levantó y vio que Carlos estaba bien puesto hablando por teléfono en la ventana.
Solo llevaba camisa blanca y pantalones negros, pero ya se mostraba un temperamento digno. Cuando hablaba por teléfono, ya se notaba su honra.
—Chiquita, ¿te sientes incómoda? —al verla, Carlos colgó la llamada después de resumir algo.
Él se le acercó, se inclinó ligeramente y la miró.
Sonriendo, ella sacudió suavemente la cabeza y lo miró con mucha admiración…
—No me seduzcas, Micaela —él le levantó la mandíbula y le dio un beso.
Avergonzada, ella dejó de mirarlo.
Bajó de la cama y entró en el baño para asearse.
Cuando salía, llamaron a la puerta.
Carlos les respondió y el médico y las enfermeras entraron.
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