Micaela miró a Carlos y descubrió que este estaba haciendo algo en su móvil.
«Bianca definitivamente hablará conmigo sobre Carlos. ¿No es mejor que él esté ausente?»
Micaela habló tentativamente con el hombre:
—Carlos, creo que sería mejor que yo me encuentre solamente con Bianca. Por favor, déjame en la entrada cuando lleguemos...
—¿Acaso te da vergüenza sacarme en público?
«¡Otra vez dice esta frase!»
Micaela se apresuró a aclarar con cierta adulación en su tono:
—¡Qué va! Mi señor, me siento muy honrada de salir contigo.
Micaela raras veces hablaba con un tono así como hoy, lo que le pareció un poco novedoso a Carlos, quien la observaba atentamente con una sonrisa suave en los labios.
Micaela siguió su explicación:
—Es que la señorita Bianca deberá querer hablar conmigo sobre ti. Si estás en presencia, de seguro te sentirás avergonzado
—No, me da igual —el hombre respondió sin mayor dilación.
Micaela se quedó al instante sin palabras sin saber qué decir por un momento.
«Sé que no te avergonzarás, ¡pero yo sí!»
—No hace falta que te preocupes por mí. La señorita Bianca solo es una chica débil y no me puede hacer nada. Además, Katarina también está allí. En fin, es una reunión de chicas y no está bien que estés allí.
Dicho esto, Micaela bajó la cabeza, deslizó la pantalla de su móvil y vio que había muchas llamadas perdidas.
—Cariño —Carlos le levantó suavemente la barbilla para que la mirara—. ¿Cómo te sentías cuando viste la información de Bianca en Excelente Gusto?
Micaela se quedó un poco asombrada sin esperar que este le hizo tal pregunta de repente.
«Bianca es tan sobresaliente, ¿por qué no te gusta ella?» Esto fue lo que se le pasó por la cabeza en ese momento.
—Estabas pensando por qué no siento nada por Bianca, quien es tan hermosa y destacada, ¿verdad?
De repente, Micaela recordó haberle enviado un mensaje para preguntar por esto a Carlos ese día.
—Cuando mandé eliminar ese artículo, sentí el pesar por no haber podido ver que estabas celosa de Bianca por mí. Pero más tarde me di cuenta de que fui yo quien se lo había pensado demasiado. No te sentías celosa de ella en absoluto e incluso pensabas en el lugar de Bianca por qué yo no quería estar con ella.
Al escuchar las palabras del hombre, Micaela sintió que tenía que decir algo y dijo al instante sin pensárselo dos veces:
—¿Quién dice que no estaba celosa? Me sentía sumamente celosa. ¡Odio no tener una descendencia noble para ser digna de la tuya!
Carlos se quedó un poco estupefacto sin esperar que ella dijera estas palabras.
Él sabía la primera mitad de sus palabras era en broma, pero la segunda mitad la dijo en serio.
Micaela se sonrojó un poco y dijo en voz baja con la cabeza gacha:
—Eres el indicado para mí, confío en ti y nunca te sospecharé.
Carlos la tomó de la mano y preguntó en serio:
—¿De verdad no quieres que yo vaya a la cita de Bianca contigo?
Micaela asintió afirmativamente pensando que Carlos se comprometería.
Mirando sus ojos expectantes, Carlos pensó un buen rato y dijo deliberadamente:
—Pues suplícame.
—Por favor, ¡te lo ruego!
Micaela habló muy rápidamente sin ninguna demora, lo que daba mucha gracia a Carlos. Él le acarició suavemente la cabeza y le susurró al oído:
—Tu súplica no es suficientemente sincera, por eso no estoy de acuerdo.
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