—Tontita, ¿me echas de menos?
Más ruborizada, Micaela le respondió que sí en voz baja. Y a ella el pasillo donde estaba él le parecía más familiar…
—¿Quieres que ahora mismo aparezca enfrente de ti?
Sorprendida, Micaela dejó el móvil. Corrió a la puerta y abrió rápidamente la puerta. Vio que Carlos estaba poniendo su móvil en el bolsillo. Su sonrisa era tan encantadora…
Ella se metió en los brazos de él directamente. Entonces, él entró en la habitación abrazándola. Cuando iba a cerrar la puerta, vio a Alba abrir la puerta de la habitación opuesta...
Él cerró la puerta directamente sin importar la mirada asombrada de Alba…
—¿Por qué vienes aquí? ¿Vienes con Diego? —Micaela levantó la cabeza a verlo.
Él le frotó la cabeza, queriendo besarla.
—Espera, ¡todavía no me has contestado! —ella lo esquivó.
«Espera…»
Él se sintió más contento al escucharla decir que esperara.
—¿Te sientes feliz de verme? —abrazándole en la cintura, él preguntó.
—¡Claro! ¡Me siento muy feliz! —ella asintió.
Al observar la mirada alegre de Micaela, se le quitó todo el cansancio de Carlos por haber conducido 3 horas.
—Contéstame si justamente tienes algún negocio en Rioslaider…
—No. Es que no estás en Nyisrenda ni el Barrio Fanslaño. No sé a dónde voy, pues vengo aquí —él dijo—, solo.
Mirándolo, con el corazón latiendo muy rápido, ella se sintió tan conmovida que quería llorar. Le abrazó y lo besó de puntitas…
Él se agachó y la abrazó con más fuerza, queriendo ocupar toda la ella.
La costumbre era algo terrible.
Él se había acostumbrado a que ella estaba a su lado. Aunque ambos estaban en Teladia y ella volvería después de 2 días, la extrañaba mucho tras solo separarse de ella más de diez horas.
Al pensar que podría verla conduciendo tres horas, él no dudó en venir.
Tomándola en los brazos, ya desapareció la soledad. Y el corazón de Carlos se llenó de amor…
Después de besarla mucho tiempo, él la soltó. Se quedaron huellas de besos en la cara de Micaela…
Muy feliz, ella abrió los ojos y lo miró amorosamente.
—Carlos, ¿tienes que volver mañana muy temprano? —ella sabía que tenía muchas cosas que hacer en la compañía.
—Sí, tengo que salir antes de la amanecida —Carlos le respondió con una voz ronca.
—No tienes que venir aquí. Ya regresaré en 2 días —ella se retiró de sus brazos—. Dúchate y descansa temprano.
Ella lo llevó al baño.
Después de ducharse, Carlos se secó el pelo y salió vestido de bata.
Echada en la cama, Micaela le cedió un gran espacio.
—Buenas noches, Micaela —él se echó al lado de ella, apagó la luz y tomó a Micaela en los brazos.
Al principio ella quería hablar con él sobre el examen de mañana. Pero pensando que mañana él tendría que levantarse temprano, ella solo pudo decirle buenas noches para no ocupar más su tiempo…
—No te preocupes por el examen de mañana. Esa mujer no puede hacer nada contigo, ¿de acuerdo? —Carlos dijo.
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