Gunnar realmente odiaba el maldito frío, pero estaba ahí oculto en la nieve mientras veía a un regimiento enorme de guerreros hombres lobos entrenando. Fue más rápido de lo que pensó que le tomaría encontrarlos, el problema es que encontró más de los que pensó que habría.
Era el tercer regimiento que encontraba y todos dispersados en diferentes lados de las tierras libres. Volvió a su manada para encontrarla totalmente destruida, no se acercó porque estaba seguro de que le pusieron trampas, pero casi se pone a llorar al ver la cabaña donde vivió junto a Jess y Dantalian totalmente destruida.
Aún no encontró la manada enemiga, pero esperaba encontrarla pronto porque necesitaba tiempo para sus propios asuntos.
Había decidido volver a Sudamérica, llevaría nuevamente a Jess y a Dantalian a su escondite en la serranía de Perú, era un país hermoso con una magia ancestral arraigada en sus cordilleras.
No los llevaría a la misma casita de hace años, tendría que buscar algo más grande y cómodo por Dantalian, un lugar que no esté tan lejos de la civilización porque Dantalian necesita muchas cosas para su crecimiento.
Su tiempo estaba contado, desde que escuchó al hermano de Bruno supo que debía partir de inmediato. Sin embargo, ellos aún necesitaban la ubicación de su enemigo.
Así que decidió que los ayudaría por última vez, después tomaría a su familia y se iría de ahí.
Las tierras libres no sabían qué tipo de poder estaban dejando ingresar.
***
Clark caminaba como loco por toda su habitación. Su cabeza tenía demasiadas ideas a la vez y necesitaba concentrarse para no desesperarse.
Era un académico, él debía solucionar esto del único modo que sabía.
Fue inmediatamente a su escritorio, el cual no usaba desde la escuela. Busco papel y un lapicero y escribió en letras grandes:
Bael Hoffman.
¿Qué sabía del príncipe Bael?
Sabía que era una especie de híbrido de demonio, hijo de la princesa Lucy y el miembro del escuadrón del Rey, el príncipe Alan. Sabía que había perdido a su mate en el último ataque que hubo hace más de 6 años. Todas las manadas tenían órdenes de avisar si tenían algún avistamiento o sospecha de que ella podía encontrarse en su territorio.
Clark se sacudió el cabello. Lo único que recordaba de la mate desaparecida del príncipe Bael, es que era la hija de la mayor traidora del Reino y sus manadas aliadas. La causante de varios atentados alrededor del mundo. Esa mujer había sido la hermana del alfa alemán.
Clark se levantó de su asiento. Abrió mucho los ojos de la impresión, porque aquella mujer que estaba en su misma casa tenía los ojos morados que era un rasgo de la familia ancestral del alfa alemán y tenía un hijo que era igual al príncipe Bael.
—Oh por la diosa —Clark quería arrancarse la cabellera—. ¿La manada de mi hermano ha estado ocultando a la mate fugada de un príncipe demonio? ¡¿Un príncipe demonio que yo me encargue de traer?!
Necesitaba más pruebas, necesitaba más información.
Respiro hondo y salió de la habitación. Escuchó risas infantiles en la planta baja de la casa y se dirigió a ellas.
Vio a su sobrino y a aquel niño jugar en la sala divirtiéndose con varios juguetes.
—¡Tío Clark! —Kenny noto a su tío—, ven a jugar con nosotros.
Clark se tranquilizó al ver a su pequeño sobrino y se acercó a ellos.
—Este es mi amigo Dantalian —dijo Kenny presentando animado a su compañero de juegos—, tiene 5 años, pero yo creía que tenía más.
—Voy a cumplir 6 años en un par de meses —Dantalian frunció el ceño.
A Clark se le hizo un hueco en el estómago, él había tenido al príncipe Bael enfrente suyo frunciendo el ceño y mirándolo con odio. Ese niño tenía hasta los mismos ojos grises y el mismo gesto en las cejas. Clark estaba espantado de lo parecidos que eran.
—Deja a los niños jugar en paz Clark —Kaya salió con su enorme vientre de la puerta de la cocina—, ven a ayudarnos, necesitamos más manos aquí.
Kenny hizo un puchero y Clark le guiñó el ojo.
—Vendré a jugar más rato ¿Bien?
Dejó a los niños y se dirigió a la cocina. Donde encontró a Kaya junto a la sospechosa mujer haciendo mucha masa.
—¿Están preparando galletas para un batallón? —Clark miró a su cuñada.
—Vamos a repartirlas a todos los niños refugiados —Kaya le dio un mandil de flores—, remueve la mezcla, mis brazos ya no pueden más.
Clark beso la frente de Kaya para molestarla y se puso a remover la gran cantidad de mezcla de galletas.
Se dio cuenta que la mujer estaba viéndolo.
—Lo siento, no recuerdo tu nombre —dijo amablemente.
—Me llamo Jess —dijo ella algo tímida.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUN