—Puedo volver —habló Estefan—, no me preguntes cómo lo sé, pero sí destruye mi cuerpo puedo volver, he marcado a Joon y estoy conectado a él de diferentes formas, mi cuerpo dejaría este plano, pero mi alma no. Así que si pasa algo…
—Debo estar alucinando —Bael miró intrigado a Estefan, sonriendo de manera maligna para ocultar lo nervioso que le ponía que su primo hable de esa manera—, creo que estoy escuchando que te estás ofreciéndote como sacrificio, eso no puede ser, no es tu estilo.
—No lo hago por ti zopenco —Estefan se irguió orgulloso—, mi querido ahijado no ha tenido suficiente tiempo con su papá, ¿Quién le va a enseñar a ser un honorable Hoffman?
Bael pasó el brazo por sus hombros.
—Vamos a volver los dos, me gustaría ver como mi hijo intenta apuñalarte nuevamente para enseñarle la manera adecuada de hacerlo —lo apretó Bael.
—Suéltame idiota —Estefan intento empujarlo—, déjate de cariños raros, se supone que el homosexual soy yo.
—Tú no eres homosexual —Bael se burló de él—, tú eres Joonsexual.
—Están a punto de pelear contra alguien que al parecer puede matarlos y ustedes parecen de luna de miel —escucharon una voz detrás de ellos.
Se dieron la vuelta para ver a Liam.
—¿Por qué dejaste tu posición? —Bael frunció el ceño.
—Me olvide decirles algo —Liam se acercó a sus primos—, no quiero que lleguen a un límite, si sienten que están perdiendo, quiero que se desaparezcan y vayan a avisar al Reino de la situación.
Bael y Estefan se miraron.
—¿Acaso tienes miedo oxigenado? —preguntó Estefan burlesco.
Liam suspiro.
—Desde que escuche que ese puede absorber demonios… —Liam estaba muy intranquilo—, no puedo perderlos, eso está fuera de los planes. Se supone que esta es nuestra primera misión todos juntos fuera del Reino y que es una manera de demostrar que estamos listos para sustituir a nuestros padres, pero prefiero seguir varios años más en entrenamiento a que les pase algo. Sus vidas tampoco son negociables, si tenemos que pedir ayuda, lo haremos. Yo…
—Ay no, ahí va otra vez — se quejó Estefan adivinando como Liam terminaría la oración.
—… los amo chicos —Liam sonrió cuando Bael y Estefan ponían los ojos en blanco pareciendo asqueados—, los amo mucho y jamás quiero perderlos.
—Basta de sentimentalismos —Bael golpeó la frente de Liam con sus dedos—, todos aquí hemos entrenado hasta que se nos han roto los huesos, te he visto practicar hasta el desmayo Liam. Tienes que confiar en todo lo que nuestros padres nos han enseñado.
—Además yo no voy a morir por una manada de campesinos —bufo Estefan—, no te preocupes, apareceré a tu lado y nos desapareceré al Reino. Bael hará lo mismo con Theo. Obviamente dejaremos a Taylor.
—Es una orden volver con vida —Liam los miro por última vez antes de volver a su posición.
Los primos semidemonios vieron a Liam volver a la entrada de la manada, donde estaría junto a Gunnar como cebo.
—Últimamente nos está dando muchas órdenes el principito de oro —Estefan se cruzó de brazos mirando ceñudo a Liam a lo lejos.
—Creo que ya se dio cuenta que es la única forma que le hacemos caso —Bael sintió un golpe de nostalgia—, está casi listo ¿verdad?
—¿Cuándo crees que le den la m*****a corona? —Estefan miró a Bael.
—Le doy un par de años más —dijo pensativo—, recién se acaba de casar, querrán que disfrute un poco su matrimonio y que tenga descendencia.
—Esto tiene que salir bien —Estefan miro hacia adelante nuevamente, percibiendo como sus sentidos se ponían alerta—, me vale m****a si piensan si yo estoy listo o no, pero Liam debe demostrar que será un buen Rey.
—Parece que empezó la fiesta —Bael también miró hacia adelante, no veía nada, pero los sentía acercándose.
Todo era tinieblas y nieve, Bael y Estefan estaban parados esperando que hagan acto de presencia. Entonces aparecieron caminando hacia ellos, muchos lobos gruñendo y en estado de alerta.
Bael se dio cuenta que muchos de ellos apestaban a magia negra y demoníaca. Un hombre caminaba entre ellos con un báculo que brillaba a pesar de la tormenta de nieve. Con una gema morada centelleando como un farol, tal como lo había descrito el hechicero Gunnar.
Ese hombre debía ser Orión, el asesino de alfas.
—Pensé que eras más viejo —Estefan le habló a Orión como si fuera un viejo conocido—, y más temible. La cicatriz horrenda en tu cara ayuda un poco, pero en lo demás pareces un enclenque.
—¿Quiénes son ustedes? —hablo Orión pareciendo confundido en primera instancia, pero recuperándose rápidamente—. ¿Y qué hacen aquí?
—Soy el príncipe Bael Hoffman del Reino de los hombres lobos —Bael se presentó con respeto—, este es mi primo el príncipe Estefan Hoffman, estamos aquí en nombre del Rey Oliver Moore, para ayudar a las manadas aliadas de las tierras libres a detener a un maniático mata manadas. ¿Ese eres tú?
Orión soltó una carcajada.
—Alfas mediocres, ¿han caído tan bajo para pedir ayuda a quienes son su mayor enemigo? ¿Piensan que con un par de príncipes me van a detener? —Orión golpeó el báculo en el suelo que causó que soltara algunas chispas de poder, sin embargo, no consiguió asustar a los príncipes que lo miraban aburridos—, ni, aunque traigan un ejército podrán detenerme.
—¿Ejército? —Estefan chasqueó con la boca—, no, a mi tío Oliver no le gusta poner en peligro a su ejército. Algo irónico si tomamos en cuenta que para eso están.
—Solo estamos nosotros para darte la bienvenida —sonrió Bael—, así que entrega el eter noseque de la oscuridad, dile a tu gente que se rinda y desiste de este encuentro antes de que mueras de forma muy violenta.
—Bueno, nosotros y un primo más, pero ese solo lanza brillitos así que ignóralo —bromeó Estefan.
Orión hasta entonces no se dignó a registrar los olores de los príncipes, pero cuando lo hizo todo los sentidos lobunos se dispararon. Los dos príncipes olían a muerte.
—¿Qué se supone que son ustedes? —preguntó Orión poniéndose en guardia.
Estefan sonrió de manera maniática y Bael hizo aparecer su lanza. Los dos desbordando una aura peligrosa que hizo a los hombres de Orión dar un paso atrás.
—Somos tu muerte —siseo Bael.
Inmediatamente les lanzo un rayo de color morado del Éter oscuro, pensó que , sean lo que sean, podía absorber su poder hasta matarlos. Sus planes se frustraron cuando una pared de fuego gigantesca se levantó en medio de ellos, provocando que el rayo se cortara y que absorbiera un poco del fuego venenoso.
Orión se tambaleo adolorido soltando un grito, sus hombres empezaban a agitarse y aullar asustados por el fuego que apareció de la nada.
Cuando la pared de fuego cayó, ante él estaban los dos príncipes sonrientes, con alas de diferentes formas. Uno tenía alas metálicas negras que soltaban chispas eléctricas de color azul y el otro tenía alas hechas del mismo fuego.
El alfa miró confundido como detrás de ellos aparecieron seres hechos de fuego y otros de electricidad. Estaba anonadado, jamás había visto o escuchado algo parecido.
El Éter oscuro vibró, como si estuviera llamándolos.
Entonces su cerebro lo entendió.
—Demonios —exclamó sobresaltado.
—Semidemonios es el término exacto —le corrigió Estefan—, y a diferencia del demonio que mató tu antepasada, nosotros no estamos durmiendo.
Orión cerró los ojos inmediatamente, repasando algunos poderes que robó de su mate. En su mente surgió uno que hacía que apareciera una cúpula de energía. Detectó un cambio, abrió los ojos y noto que uno de ellos ya no estaba en su lugar, sino que apareció encima de él blandiendo su lanza.
Orión hizo aparecer la cúpula protectora en cuestión de segundos sobre él. Sintió al príncipe encima suyo golpeando la cúpula con su lanza y casi rompiéndola. Si no la hubiera hecho aparecer, el demonio le podría haber atravesado por la mitad.
El otro demonio apareció delante suyo rugiendo y golpeando la cúpula con sus puños prendidos de electricidad. Su manada empezó a retroceder cuando los miles de espectros de electricidad y fuego atacaron.
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