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THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUN romance Capítulo 3

Ya que a muchos no les llegan las notificaciones de publicación, estaba pensando crearme un i*******m o tal vez un twitter para avisar o incluso conversar con alguna de ustedes.

¿Qué red social prefieren?

***

—¡Lo dije todo! —el sujeto se retorció en el suelo—. ¡Lo juro!

—Si —Bael lo miró sin expresión alguna—, lo se.

Con un movimiento rápido de la mano hizo aparecer su lanza y atravesó su cuerpo.

—No era necesario —Concetta llegó a su lado—, mis informantes dijeron que hace años no practicaba magia negra.

—Pero sabía hacerla —replicó Bael haciendo desaparecer su lanza—, lleva la magia negra en su ser y podía practicarla otra vez.

—Los hechiceros no se divide en solo magia blanca o negra y usar una u otra no te define quién eres —Concetta miró preocupada a Bael—, como un semidemonio deberías saberlo más que nadie, tu esencia es magia maligna y eso no significa que seas una mala persona.

—Depende a quien se lo preguntes —dijo Bael yéndose y dando por terminada la conversación.

Concetta chasqueo con la boca, el bendito de Jaime había hecho un buen trabajo con el hijo de Alan. El muchacho era un témpano de hielo asesino. Aprendió a controlar sus emociones a la perfección, pero resultó ser mucho más escalofriante que el mismo Jaime.

Ella se dio cuenta que había perdido totalmente el respeto por la vida de otras personas que no fueran de su raza.

Lo peor era cuando visitaba el Reino para ver a su hijo adoptivo Belial. Ver al hijo mayor de Alan actuar como si nada pasara con su familia. Con una sonrisa que parecía real, pero Concetta también fue aprendiz de Jaime alguna vez, podía ver la máscara, aunque sea tan bien realizada.

Bael revisó las habitaciones, estaban en un monasterio abandonado, donde encontraron a uno de los hechiceros que habían luchado en la batalla del Reino hace años. El medallón que Gerard había encontrado les dio más rastros de lo que imaginaron. Bael sintió algo de emoción al encontrar alguna pista después de tantos años de alguno de los hechiceros que escaparon aquella vez. Sin embargo, fue cauteloso con sus expectativas, no era bueno para él mantener la esperanza de tener algún rastro de ella.

Después de tantos años de buscarla, simplemente se resignó a que nunca la encontraría.

Aunque él sabía que jamás tendría la fuerza para evitar seguir buscándola.

Se paralizó en medio de un pasillo cuando detectó un rastro leve y antiguo de esencia demoníaca. No era como la suya, era más como la de su hermano Belial.

Camino con premura de donde la sentía, entró a la habitación abandonada como las demás del lugar. Entonces quedó mirando lo que parecían dos cunas, se acercó con lentitud a ellas y tomó las colchas polvorientas que tenían encima.

El olor lejano pero que confirmaba la existencia de dos bebés demonios le golpeó la nariz, era el mismo olor que alguna vez detectó en Belial cuando aún era un pequeño niño que le pidió que lo cargaran.

—Mierda —Bael empezó a procesar la información—, estamos jodidos.

Empezó a rebuscar en los cajones de los muebles apolillados, encontró uno que estaba lleno de jeringas y cuchillos. También encontró frascos vacíos e idénticos al que encontró Gerard con la sangre demoníaca.

Volvió a mirar las cunas y pudo visualizarlo, pequeños bebés siendo cortados y torturados por su sangre demoníaca.

Concetta entró a la habitación.

—¿Qué es este lugar?

Bael le lanzó la bolsa de jeringas usadas que encontró en una esquina.

—El hijo de perra no nos contó todo y no creo que lo hiciera —dijo Bael sombrío—, debí atravesarlo con estas jeringas antes de matarlo, es lo que se merecía.

Aparecieron en el jardín del palacio y se dirigieron al despacho de su tío Jaime, a Bael le enojaba no poder aparecer directamente en el lugar, pero su tío Dylan había puesto defensas mágicas que impedían aparecer directamente dentro del palacio, aunque podrían desaparecer de adentro sin problemas.

Sabía que no debía quejarse en lo absoluto de poder aparecer y desaparecer usando su propia magia demoníaca, después de todo lo que practicaron y se esforzaron para realizarlo por sí solos. Era una cualidad tan magnífica que los dejaba en gran ventaja, aunque últimamente los usaban como transporte continental.

—Hay una magnífica entrada —gruño Concetta—, pero tienes que aparecerte en la parte trasera para que entremos por la ventana como si fuéramos ladrones.

—Así evitamos toparnos con alguien que nos distraiga —contestó Bael ingresando al despacho por la ventana.

Jaime los esperaba junto a Liana,

Bael le alboroto el cabello su prima, hace un par de meses que Jaime la había incorporado en algunas de sus reuniones. Al comienzo fue difícil para Bael ver a la pequeña Liana siendo entrenada de la misma forma que lo fue él. No obstante, sabía que ella en algún momento ocuparía el lugar de su padre, así que debía estar lo mejor preparada posible.

—Dos —dijo Concetta mirando a Jaime con mala cara.

—¿Dos?

—Son dos demonios Jaime, ¡ Dos malditos demonios!

—Qué manera tan discreta de decirlo —habló Bael sentándose a lado de Liana.

—¿Querías que se lo dibujara? —Concetta miro primero a Bael y después volvió a fijarse en Jaime—, ¿Si entiendes lo jodidos que estamos verdad?, solo les falta uno y ya está.

—¿Les falta uno? —preguntaron Liana y Bael a la vez.

Jaime nunca perdió la compostura, se levantó con parsimonia y empezó a caminar por la habitación.

—Hace años Agares, el demonio de Alan, explicó que se necesitan tres demonios o tres semidemonios para hacer el ritual de nacimiento de Lucifer —explicó Jaime—, bueno, ahora sabemos que les falta uno.

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