Bael caminaba detrás de Noel que seguía dando vueltas como un animal perdido por el bosque.
—Te juro que los duendes estaban por aquí —Noel miró hacia otra dirección—, ¿O acaso era por ahí?
—¿Y si usas tu olfato para rastrearlos? —preguntó Bael ya algo harto del frío y la nieve—. ¿Cómo el hombre lobo que eres?
Noel procedió a transformarse en su lobo y empezó a rastrear a los duendes. Bael puso los ojos en blanco y siguió al lobo de Noel.
Se adentraron más al bosque y Bael se perdió en sus emociones y sensaciones. Era como estar algo drogado por la magia espesa y limpia que emanaba todo el lugar. Había conocido bosques mágicos antes, los seres como él se alimentaban y residían en lugares así. Pero ese bosque tenía algo especial, como si la magia le diera la bienvenida y quisiera abrazarlo.
Mientras que la magia del Reino aumentaba su poder de hombre lobo, esta te reconfortaba. Ahora podía entender mejor el lamento de Noel, a él también le costaría despegarse de este lugar.
—¡Aja! —Noel grito al transformarse nuevamente en su humano—. ¡Ahí están!
El bosque tomaba otra visión. Los árboles más grandes, gruesos y antiguos lo saludaban. En las ramas más gruesas y lejanas se podían ver casitas de formas extrañas que parecían que con el simple soplo del viento se caerían.
—Me estoy olvidando de algo —Noel entrecerró los ojos.
—¿De qué?
—No se —Noel se quedó pensativo—, no me acuerdo de lo que me estoy olvidando.
Bael volvió a poner los ojos en blanco, recordándose a sí mismo que debía mudarse a otro departamento y desde ahora evitar contestar las llamadas de Noel.
Se acercó a las gruesas raíces que sobresalían un poco sobre la tierra y procedió a tocar uno de los árboles.
—¡Mierda!
Bael retrocedió inmediatamente sujetándose el brazo lleno de dolor, su mano empezaba a carcomerse.
—¡No debemos tocar los árboles encantados! —Noel se acercó alarmado—, lo siento mucho Bael, ¡Eso era lo que me olvidaba!
Bael gruñía de dolor mientras su mano intentaba regenerarse.
—Los árboles estaban encantados —escucharon una voz chillona—, no poder hacer daño a nosotros, por favor irse lejos de nosotros…
—¡Coyun! —Noel miró hacia el árbol de donde provenía la voz—. ¡Soy Noel! ¡El amigo de Theo y Taylor!
—¿Amigo de Theo? —una cabecita se asomó de una de las casas—, ¿señor Noel?
—¡Si soy yo! —exclamó el nombrado—, Coyun mi amigo tocó el árbol, ¿tendrás algún remedio para esto?
Bael intentaba controlar su respiración, prácticamente ya no tenía un dedo y su mano estaba muy dañada.
—Vámonos al reino —gruño Bael—, necesito a Liam. Mi curación no está funcionando.
De uno de los árboles se soltó una escalera hecha de palos, plásticos, cintas y ramas, de esta empezó a bajar un duende. Bael se dio cuenta que era mucho más viejo que el duende Non de su hermano Angel.
—Lo siento amigo de señor Noel —dijo el duende acercándose a Bael con algo en las manos—, no querer dañarlo a propósito, los árboles tienen hechizos que protegen a Coyun y a su comunidad, no querer dañar la mano de amigo del señor Noel.
En sus manos tenía un plato hondo con una cosa viscosa.
—Es una pasta de hierbas y esencia de ninfas del bosque —dijo Coyun señalando la mano de Bael—, ¿le permite a Coyun sanar su mano herida?
Antes que Bael pudiera decir algo, Noel sujetó su brazo y se lo alcanzó a Coyun.
—Sánalo Coyun —dijo Noel.
Bael ya empezaba a pensar en las consecuencias que traería si asesinaba a Noel y lo dejaba enterrado en algún lugar de este bosque.
Coyun tomó su mano con cuidado y empezó a expandir la pasta con paciencia. Bael cerró los ojos y disfrutó el alivio que le brindaba el remedio.
—Por la diosa —gimió Bael—, se siente muy bien.
—Esto parará la maldición que el árbol lanzó a la mano del señor —dijo Coyun—, usted parecerá mucho al señor demonio que se llevó a Non, pero usted es mucho más joven.
—Soy su hijo —explicó Bael.
—¿Usted ser un señor demonio? —preguntó Coyun.
—Si.
—Los demonios visitan mucho este lugar —dijo Coyun—, demonios grandes, demonios chicos, pero Coyun solo encuentra demonios buenos, ya no cree que los demonios sean malos, los demonios que Coyun conocen lo tratan bien siempre.
—Es que no conoces a Estefan y Gabriela —bromeo Noel—, cuando los conozcan ya no pensarás que todos los demonios son buenos.
Bael abrió los ojos y miró intrigado a Coyun.
—¿Has visto a más demonios que a mí y a mi padre Coyun? —preguntó Bael.
Coyun término de aplicarle la pasta, Bael pensó que de igual manera necesitaría a Liam, porque si se quedaba sin un dedo realmente mataría a Noel.
—Hace un tiempo dos demonios niños venían aquí —dijo Coyun—, Coyun les daba moras y bellotas, eran buenos niños con Coyun y con los demás duendes.
Bael abrió mucho los ojos.
—¿Niños demonios? —preguntó Noel confundido.
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