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Tras mi renuncia, el CEO luchó por mi amor romance Capítulo 1

—¡Señor Méndez, los resultados de la revisión están listos! La señorita Pérez no ha tenido ningún tipo de relaciones sexuales y todos los exámenes ginecológicos están en orden. Es una joven pura e inmaculada—dijo respetuosamente el guardaespaldas al hombre al otro lado del teléfono, cerca de la puerta de la sala de examen del hospital.

Ximena Pérez estaba parada en el concurrido pasillo, manteniendo la cabeza baja e ignorando las miradas curiosas de los transeúntes. Su madre estaba enferma y su padre tenía una deuda de juego enorme. Con esas dos montañas presionando sobre ella, se vio obligada a usar su propio cuerpo como ficha para subir a la cama de Alejandro Méndez.

En un instante, la voz profunda y magnética del hombre resonó en el teléfono del guardaespaldas, —Tráela a Valleluz.

En Valleluz.

Bajo la tenue lampara, Ximena se sentía vulnerable, acurrucada nerviosamente bajo las sábanas. El hombre de pie junto a la cama era inmensamente apuesto, y de mirada seductora y cejas tupidas.

Ximena sabía que él era Alejandro Méndez, el poderoso líder de Reinovilla que controlaba todo. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, sus desvaríos fueron interrumpidos.

Pronto, sus besos abrasadores cayeron sobre su cuerpo. Cuando la parte más delicada de su cuerpo fue penetrada, Ximena soltó un gemido de dolor. Alejandro de repente mordió sus labios y luego susurró en su oído:

—No llores, esto es lo que quieres y necesitas. Recuerda, no cualquiera tiene el privilegio de estar en mi cama...

Ximena despertó en medio de la noche, con las palabras del hombre todavía resonando en sus oídos. Giró la cabeza lentamente y vio que Alejandro, quien estaba a su lado, aún no se había despertado.

Ximena se sintió aturdida por un momento. Parpadeó y se dio cuenta de que habían pasado tres años desde que se conocieron. Durante esos tres años, ella había sido su secretaria personal y su compañera de lujurias a escondidas.

Lo que no imaginó fue que esa noche reminiscencias de su primer encuentro vinieran de nuevo a su mente. Ximena se frotó la cabeza, y mientras se disponía a sentarse, el teléfono en la mesita de noche comenzó a sonar.

Alejandro abrió los ojos y respondió rápidamente.

—Bueno—susurró con el teléfono pegado a su oreja, delineando su perfil afilado y elegante.

A pesar de ello, Ximena podía escuchar la voz al otro lado.

—Patrón, ya lo investigué, esa mujer no es la que está buscando.

De un momento a otro, los ojos oscuros de Alejandro se volvieron más intensos.

Ximena miró su rostro sombrío y sintió un dolor en el corazón. Habían sido amantes durante tres años, y ella sabía que él aún estaba buscando a una chica especial. Una chica que le había salvado la vida cuando era niño y que había desaparecido de su vida sin dejar ningún rastro, pero a quien Alejandro nunca se cansó de buscar.

Sintiendo la mirada de Ximena, Alejandro giró la cabeza y la miró. Su voz era ronca y áspera: —¡Ya vete de aquí!

Ximena no dijo nada, como una marioneta sin emociones, se levantó de la cama y recogió su ropa del suelo antes de dirigirse descalza a la habitación de invitados.

En el baño, abrió la regadera y dejó que el agua cayera sobre su cuerpo esbelto. El comportamiento de Alejandro la entristecía, pero sabía que no tenía derecho a sentirse así.

Ella estaba a su lado solo porque tenía un lunar en el lóbulo derecho de su oreja, similar al de la chica que él tanto anhelaba encontrar. A los ojos de Alejandro, ella era solo un reemplazo de la amante en sus sueños, alguien que podía ser desechada con dinero en cualquier momento.

...

Cuando Ximena salió del baño, Alejandro ya estaba saliendo de la habitación. Llevaba un traje elegante y bien ajustado, su presencia emanaba elegancia y frialdad, su aura era hipnotizante.

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