Leticia usó una mezcla de persuasión y amenazas, primero usó a Julio para aterrorizar a los demás. Cuando todos estaban indefensos y temían ir a la cárcel, ella ofreció su misericordia y los animó a devolver el dinero robado.
Alarcón miraba y deseaba levantarse y aplaudir a Leticia.
No pasó mucho tiempo antes de que recuperaran casi treinta millones de pesos.
Leticia echó un vistazo y todos los demás apenas se atrevían a respirar mientras la miraban.
La mayoría de estas personas habían devuelto el dinero según las cantidades que Julio había enumerado.
Pero... ¿cómo podría Julio conocer la situación de cada persona exactamente?
Leticia permaneció en silencio durante un rato, levantó la mirada y escaneó a todos: "¿Están seguros de que no se equivocaron en la cantidad de dinero?"
Entre la multitud, era obvio que algunos estaban asustados, mientras que otros que no habían mentido en la cantidad, respondían con voz alta.
Leticia jugueteaba con el bolígrafo en su mano. "Asegúrense de que todo esté claro, en caso de que otros ejecutivos encuentren que aún faltan fondos robados. Entonces... no será tan fácil lidiar con eso".
"Yo... creo que me he quedado corto en más de siete... siete millones..." dijo alguien, y luego proporcionó un pagaré.
Luego, tres o cuatro personas más, de caras pálidas, proporcionaron pagarés adicionales, con sumas considerables.
Al final, se devolvieron un total de cuarenta y cinco millones.
"Secretaria Fermínez, ¿qué pasa con nuestros trabajos...?" Iván preguntó en voz baja.
También había escrito un pagaré, de más de un millón de pesos.
Si también perdiera su trabajo...
"Lo dije antes, ustedes fueron corrompidos por Julio, pero aún confío en sus habilidades laborales", dijo Leticia, ofreciéndoles un incentivo. "Entonces, todo sigue igual en el trabajo, yo convenceré al presidente de no despedirlos, pero tengan cuidado en adelante. No podré salvarlos si vuelven a meter la pata".
"¡Secretaria Fermínez, eres hermosa y amable!" Iván la elogió de inmediato.
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