"¿Qué estás haciendo?" Abel bloqueó a Alvin, mirándolo de arriba abajo.
Cuando Israel estaba presente, Abel y los demás mantenían cierta distancia de los niños. Habían visto a Alvin junto al diseñador, pero no habían escuchado la conversación.
"Voy a traerles postre y leche a los niños", respondió Alvin con una sonrisa. "No te preocupes, soy el asistente del diseñador principal, ¿no me vieron antes?"
Abel dudó un momento.
Aun así, lo dejó entrar.
"Yolanda, Emilio, aquí tienen la merienda"。
Alvin alargó su voz y corrió hacia ellos.
"Gracias, pero no es necesario", Yolanda negó con la cabeza, rechazándolo cortésmente.
Por un lado, en su casa había una regla de no comer alimentos ofrecidos por extraños.
Por otro lado, Yolanda no le gustaba este hombre.
No le gustaba en absoluto.
Alvin fingió no escuchar, se sentó frente a ellos y dijo: "¿Estás enojada por mi falta de respeto de hace un rato? Los niños no deben ser tan quisquillosos y poco tolerantes".
Emilio frunció el ceño: "Mi hermana dijo que no necesita tu postre, puedes irte. ¿O necesitas que llame a un guardaespaldas para que te saque?"
Alvin ya estaba insatisfecho con la mirada de Emilio.
¿Por qué todos los hijos de Israel eran tan extraños?
"Amiguito, si quieres que todos sepan el escándalo de tu hermana, ¡grita!" Alvin se rio fríamente. "No pienses que, porque todos te halagan, eres un verdadero artista. Es solo por el poder de tu padre".
Diciendo esto, de repente se inclinó hacia adelante: "Admite que esos dibujos no los hiciste tú solo, ¿verdad? ¿Alguien te ayudó, verdad? Los niños deben ser honestos, ¡de lo contrario, un monstruo vendrá a buscarte en la noche!"
"¡Lárgate!"
Emilio de repente se levantó y gritó furioso a Alvin.
Abel había estado observando la situación todo el tiempo. Al ver que algo andaba mal, corrió hacia allí.
"¿Qué están haciendo?"
Antes de que Alvin pudiera reaccionar, Abel ya lo había tirado al suelo.
"¿Están bien?"

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