Antes de que el camarero pudiera reaccionar, Israel ya había salido a paso ligero para alcanzar a su esposa e hijos.
En el camino, Israel cambió todas las imágenes de su teléfono, tanto de la pantalla de bloqueo como de la principal, por fotos de todos ellos juntos.
Parecía que los adoraba.
En el camino de vuelta a casa, llegó la hora en que Emilio y Yolanda solían acostarse, además, Emilio probablemente estaba muy cansado ese día, por lo que los dos niños se durmieron rápidamente en las sillas de seguridad del vehículo.
Leticia los miró y sintió una gran satisfacción en su corazón.
No pudo resistir la tentación de darles a los dos niños un beso en la mejilla.
Israel se inclinó en su asiento, con las luces de neón del exterior iluminando su rostro de vez en cuando.
Con los ojos medio cerrados, no dejaba de mirar a Leticia.
Si no la hubiera hecho enfadar, ¿le daría ella un beso en este momento? Seguro que sí.
"Yolanda quiere ir a ver a los gatitos al Lago de la Bella Montaña mañana, ¿quieres venir con nosotros?" Preguntó Israel.
Antes de que llegaran Emilio y Yolanda, Leticia no sabía nada del Lago de la Bella Montaña que Israel mencionaba. Si no hubiera habido ningún cambio e planes, esa casa probablemente habría sido la que él quería usar para su amante en aquel entonces.
"No voy, tú te puedes encargar. Cuando sea el momento de mudarnos, iré." Leticia respondió con indiferencia.
Si hubiera sido el Israel de antes, no le importaría si ella estaba dispuesta o no, si él decía que ella iba, ella tendría que ir.
Pero ahora...
Israel seguía mirando a Leticia, con un toque de tristeza en sus ojos: "Entendido."
Al día siguiente, Leticia salió temprano como siempre.
Después de desayunar, Yolanda y Emilio fueron a ver a Astro.
Después de una noche de descanso, el perro se veía mucho más animado y se volcó de alegría al ver a Yolanda.
El abuelo Moreno y la abuela Lola, aunque habían cortado el contacto con su nieta,
todavía recibían videos de Yolanda todas las mañanas, mostrándoles a Astro.



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