En cuanto Sophie salió de su oficina, Alexis tiró todo lo que estaba en su escritorio, las palabras de ella lo torturaban.
Yael la complacía, ¡maldita sea!, Yael no debía complacerla, eso sólo podía hacerlo él, nadie más, sería suya y nadie podría evitarlo.
…
Sophie llegó a su casa con el corazón en mil pedazos, ella lo amaba, siempre lo había hecho, y su comportamiento la dañaba, pero sabía que ella tenía la culpa.
—¿Qué te ha pasado, para que llores de esa manera? — Sophie se giró hacia su hermana, mirándola a los ojos.
—Nada, solo un dolor de cabeza.
—Pues que dramática eres, bien ahora pienso salir. —Sophie vio como su hermana se giró hacia la salida, y no puedo evitar mirarla de pies a cabeza, parecía que iba prácticamente desnuda, saber que estuvo con Alex hizo que tuviera un ardor en su estómago.
—Keyla — su hermana se detuvo y se giró hacia ella.
—¿Qué?
—¿Vas a verte con alguien?
—Si, algún problema?
—Ninguno, solo me preguntaba, ¿ya has olvidado a Alexis? — Keyla torció su boca.
—¿Y tú? — contestó con otra pregunta, Sophie supo que algo no andaba bien.
—Yo voy a casarme Keyla — le dijo levantando su mano y mostrándole el anillo igual que había hecho con Alexis — Estoy muy feliz con Yael y estoy sumamente enamorada. — Keyla la miró detenidamente y luego sonrió.
—Sophie, tengo algo que decirte.
—Te escucho — dijo suavemente.
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