En cuanto Alexis se fue Sophie cayó en su silla, agarró los papeles y los leyó, fue cuando la realidad la golpeó, ella había herido a Alexis cuando fueron jóvenes, luego él se había desquitado todo el dolor, humillandola a ella, haciéndola sentir mal, para luego volver hacer ella lo que lo hiciera sufrir, pero Alex había decidido romper esa maldita cadenas de una vez por todas.
Con corazón hecho un puño, y miles de cosas pasando por su mente, se levantó y fue hasta la oficina de Ethan.
—Adelante — ella entró y de inmediato él se levantó —¿Te encuentras bien? — dijo al verla tan pálida.
—¿Puedo irme a casa? — Ethan estaba algo asustado.
—Claro, solo dime que necesitas, ¿Quieres que te lleve a casa? — Sophie negó.
—No, solo quiero estar sola, lo necesito.
—De acuerdo, haré que el carro de la empresa te lleve y no acepto uno por respuesta Sophie.
—De acuerdo, gracias — Sophie salió de la oficina y recogió sus cosas, de camino a su casa, no podía dejar de pensar en todas las cosas que Alexis le había dicho, en todo lo que habían pasado, todo era tan difícil, tan doloroso.
En cuanto llegó a su casa y estuvo adentro miró a su alrededor, ¿de verdad quería esto? Vivir en algo tan grande para ella sola, sabía que en 5 meses nacería su bebé, pero igual esa casa era gigante para dos personas.
Se a recostó en la puerta y se deslizó sobre esta, hasta llegar a suelo, lloró amargamente, todo esto se había salido de control, no se debieron casar como lo hicieron, ella no habló con sinceridad desde un principio y él se había equivocado igual o más que ella, ambos se habían faltado el respeto, había perdido el rumbo de lo que en verdad querían hacía mucho.
El dolor tan grande que Sophie sentía era horrible, pero el amor dolía, era algo que era real, cerró sus ojos y recordó a Alexis, su Alex, el joven maravilloso que la había enamorado hacías muchísimos años atrás, ese joven que había sido reemplazado por un hombre prepotente, con horribles ataques de celos, pero que hacía tres meses atrás había dado un cambio, uno el cual demostraba que había vuelto hacer hombre que podía hacerla suspirar ¿de verdad sería capaz de amar a otro hombre? ella sabía la respuesta a esa pregunta.
Buscó entre sus cosas los papeles y un lapicero y firmó, debía acabar con aquello que había empezado tan mal, aquello que aunque había sido doloroso, les había enseñado, que ambos se habían equivocado, les enseñó que de nada servían las humillaciones y guardar silencio, con una decisión en mente, se levantó del suelo, y fue a su habitación, donde se dio un baño, para tratar de tranquilizarse y refrescarse, se cambió de ropa, agarró los papeles y salió rumbo a la casa de Alexis Black
En todo el camino iba sumamente nerviosa, no sabía cómo él iba a recibirla.
En cuanto llegó la recibió Daniel.
—Hola, ¿está Alexis? — dijo mirando alrededor, todo estaba tan en silencio.
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