Estaba nerviosa y era normal. Un hombre la había perseguido dentro de su propia casa, así que por más fuerte que fuera, era lógico que se sintiera asustada.
Jhon puso en su mano una copa de vino y ella le dio un sorbo, saboreando el gusto que llenaba su boca antes de que se deslizara por su garganta. El calor del alcohol se extendió por su cuerpo y, por un momento, se sintió tranquila.
Jhon la observaba, con los ojos fijos en ella. Sentía que el corazón le latía más deprisa y sabía que aquel miedo que había experimentado al recibir la llamada del detective, ese hacía mucho tiempo que no lo sentía.
Finalmente, fue él quien rompió el silencio.
—¿Cómo lo supiste? Que estaba en tu departamento.
—Había un vaso sucio en la cocina... yo no hago eso.
Jhon asintió. Aquella salida a tiempo era lo que le había salvado la vida y él simplemente no podía lidiar con eso.
—¿Qué pasa? —preguntó Chiara.
—No hubiera podido hacer nada —murmuró él—. Estuviste a segundos de un desenlace muy diferente y yo... yo no hubiera podido hacer nada. Eso me está matando.
Chiara alcanzó su mano y tiró de él para acomodarse contra su pecho.
—No puedes controlarlo todo.
—¡Créeme, controlar todo es mi trabajo, pero...! De verdad no sé qué habría hecho si algo te hubiera pasado, Chiara —declaró él con firmeza—. Me vas a decir loco, ni yo mismo sé qué me pasa, pero sí sé que siento algo muy fuerte cuando estoy contigo. No puedo explicarlo, pero es como... como... ¡Maldición, sé que eres una mujer suficiente e independiente y todo eso, y que te saco una buena década, pero solo quiero estar contigo... ¡en serio!
Chiara sintió que su corazón se hinchaba ante las palabras de Jhon, eso sí que no se lo había esperado, pero definitivamente la hizo plantearse qué estaba sintiendo por él en ese momento.
—Nos acomodaremos. Intentaremos vernos al menos una vez a la semana y haremos que valga la pena. ¿Quieres?
Jhon se inclinó hacia ella y la besó, primero con suavidad y luego más profundamente a medida que aumentaba el deseo entre ellos. Sus cuerpos se movían juntos, en perfecta armonía.
Las manos de Jhon se movían por su cuerpo, acariciándola con delicadeza porque no tenía prisa. Ahora ya no la tenía. Sus labios se dirigieron a su cuello, besándola y mordisqueándola mientras le susurraba al oído.
Chiara le quitó el suéter con un movimiento fluido y luego ella misma se desprendió de su camisa. Sus cuerpos se unieron en un abrazo caliente y Jhon tomó su boca con un sentido de posesión que no había tenido ninguno de sus encuentros anteriores.
Se besaron con pasión, el calor aumentaba entre ellos y Jhon pasaba sus manos por la piel de Chiara, sintiendo la textura de sus curvas y descubriendo los puntos más sensibles de su cuerpo. Sus labios recorrieron su pecho mientras ella se arqueaba instintivamente para darle acceso. Gimió cuando sintió el cosquilleo de su barba sobre sus pezones y todo su cuerpo se entregó al placer que él le provocaba.
Quedar desnuda sobre él solo fue cuestión de segundos, hermosos segundos en los que la boca de Jhon la puso al borde de la locura antes de rodear su cintura con los brazos y atraerla con fuerza. Chiara sintió la presión poderosa de su miembro en la entrada de su sexo, y el aire se escapó de sus pulmones a medida que él la penetraba, invadiéndola de una sola estocada.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
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