UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 40

Resumo de Capítulo 0040: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo de Capítulo 0040 – Uma virada em UN BEBÉ PARA NAVIDAD de Day Torres

Capítulo 0040 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de UN BEBÉ PARA NAVIDAD, escrito por Day Torres. Com traços marcantes da literatura Romántica, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.

—Está bien, papá, como tú quier...

—No. —Aquella palabra salió única y con más determinación de la que Andrea había esperado, haciendo que todos la miraran.

—¿No? —murmuró el señor Nikola sorprendido.

—Lo siento, pero no —repitió ella y Zack se le acercó mientras Andrea negaba.

—Andrea...

—Es muy pronto, no —insistió antes de darse la vuelta y salir de allí.

Todos se quedaron mudos viendo cómo se alejaba de regreso a la terraza y Zack corrió tras ella.

Además de la mal disimulada satisfacción en el rostro de las gemelas, solo otro rostro mostraba emociones y era el de Luana antes de girarse hacia su marido.

—¿Por qué hiciste eso, Nikola? —lo increpó.

—¿Qué tiene de malo? ¡Solo me daba gusto que se casaran! —murmuró el hombre.

—¡Pero no debiste presionarlos! ¡Lo que haga deben hacerlo a su tiempo, no al tuyo! —replicó Luana.

—¡Por amor de Dios, ya tienen una hija! —espetó Noémi.

—Tú no te metas en esto —gruñó Milo.

—Pero es que tiene razón —dijo Nikola confundido—. Ya tienen una hija, no entiendo qué esperan...

—Con que lo entiendan ellos es suficiente, Nikola —dijo su mujer con cansancio—. Tendría que bastarte con que estén aquí, con nosotros. Lo único que vas a conseguir con presionarlos es poner las cosas tensas entre ellos. ¿Eso es lo que quieres?

—Por supuesto que no…

—Pues asume que te equivocaste, solo espero que esto no complique las cosas.

Pero la realidad era que ni siquiera Luana podía imaginar la tensión que habían causado las buenas intenciones de su marido.

Zack salió de la casa detrás de Andrea, pero en vez de detenerse en el jardín, agarró su mano y la arrastró lejos de la casa, por uno de los caminos rodeados de árboles de la base de la montaña, se detuvo a una distancia a la que no pudieran escucharlos y se giró hacia ella.

—¡No puedes decir "no" así delante de la gente! —le espetó nervioso.

—¡Y tú no puedes decir "sí" sin consultarme porque eso no fue lo que acordamos! —replicó ella asustada.

—¡¿Y qué querías que le dijera?! —gruñó Zack.

—¡"No"! ¡Debiste decir "No" antes que yo, Zack!

—¡Creí que podíamos resolverlo después, Andrea! Tú y yo podemos resolver cualquier cosa...

—No...

—Y entonces nos casaremos...

—No...

—Solo será algo protocolar, mi padre estará feliz y cuando regresemos a Canadá nos podemos div...

—¡No me estás escuchando, Zack! ¡No me voy a casar contigo! —gritó ella—. ¡Ni aunque los papeles salgan esta misma noche! ¡No me voy a casar contigo! ¡Tú y yo acordamos un noviazgo, hasta un compromiso, pero no un matrimonio! ¡Por eso acepté venir!

—¡No, lo que tú y yo acordamos fueron diez mil dólares para me acompañaras e hiciéramos lo que hubiera que hacer para que mi padre fuera feliz! —le espetó él furioso y Andrea sintió que perdía el aliento—. ¡Estás aquí porque yo estoy pagando por tus servicios! ¡Estás trabajando para mí, y si mi padre dice que nos casamos entonces nos casamos, Andrea! ¿Entendido?

Si aquel hombre le hubiera pegado, literalmente si le hubiera pegado, con su mano, a Andrea le hubiera dolido menos. Pero aquellas palabras le habían cerrado la garganta de un tirón, cortándole la voz mientras lo único que sentía era ese odioso cosquilleo de las lágrimas detrás de sus mejillas.

"¡Estás aquí porque yo estoy pagando por tus servicios!" Era cierto, ¿cómo había podido permitirse olvidarlo?

Asintió con los labios temblorosos y se abrazó el cuerpo, dándole la espalda para dirigirse a la casa, y Zack cerró los ojos con un gruñido porque quería tragarse todo lo que había dicho pero ya no había cómo. Miró alrededor, respirando pesadamente, intentando controlar aquella rabia mezclada con arrepentimiento.

—¡Andrea...! —gritó corriendo tras ella, pero para ese entonces la muchacha ya estaba entrando a la casa, buscando a su hija.

Zack se detuvo en la puerta y la vio sonreírle a la bebé mientras conversaba con sus hermanos, como si la discusión que acababan de tener y las palabras horribles que le había dicho jamás hubieran ocurrido.

Y cuando ella lo miró Zack sintió una opresión en el pecho difícil de describir, porque por primera vez desde que la conocía, aquella sonrisa de Andrea para él, no era sincera.

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