- En el trabajo - respondió el.
- Bien - colgué la llamada.
No le creía.
- Chicos les tengo noticias - se acercó Angélica corriendo hasta nosotras.
- ¿Qué paso?, ¿Ya saben quiénes fueron? - esperaba su respuesta.
De pronto me queda mirando muy seria - No, pero... las clases se terminan - dijo y se formó una sonrisa grande en su rostro.
Me sentía aliviada, tenía otra oportunidad para estudiar. Y esta vez la aprovecharía. Por otro lado me asustó su actitud al principio.
- ¿Enserio? - quería saltar de emoción.
- Si - dijo lamentándose.
- Entonces tendremos que exponer de maravilla.
- Si - dije entusiasmada.
- Bien, nos vemos, mi hermano llegó por mi - un carro azul oscuro se estacionó cerca de mi carro, Angélica se alejo saludando sonriente.
- Bien, yo me voy, tengo una visita a la tarde, adiós - Elena se despidió con besos a Jostin y a mi, luego se alejo caminando mirando a los carros que cruzaban en la carretera.
- ¿Te vas? - le pregunté a Jostin que ya se había dado la vuelta.
- Ah, si, pediré un taxi.
- Te llevo - me ofrecí.
- No te quiero molestar.
- No, insisto - sonreí de lado confiable, aunque nos hayamos equivocado esa noche él es mi amigo y eso no va a cambiar.
- Está bien.
- Vamos - le hice seña para que me siguiera.
Me subí el mi asiento, Jostin en el copiloto.
- Ponte el cinturón - le ordené amablemente mientras me ponía el mio.
- Vamos - dijo una vez que se lo puso.
Arranqué.
Conduje unas calles más adelante de la U.
- ¿Dónde queda tu casa?.
- El la calle Jorking Roswull.
- Bien, allá vamos.
La compañía de Jostin tenía un ambiente diferente, no amistoso, pero si muy confiable, sentía que podía tener libre expresión con el a pesar de ello.
- ¿Tienes hermanos? - comencé a formular las típicas preguntas para las conversaciones.
- Si, dos mayores, pero ya son padres de familia, no viven aquí, ellos están dispersos.
- ¿Y tus padres?.
- Larga historia - dijo, noté que no quería hablar de sus padres.
- Lo siento, por incomodarte.
- Oh, no lo hiciste.
- Y, ¿Tienes novia?.
- No,... Yo,...no
- ¿Por qué? Eres un chico apuesto - tenía razón aunque no quiero que confunda mis palabras con mis sentimientos.
- Porque es algo complicado.
- ¿Por qué?, puedes contarme.
- No suelo contar estas cosas, pero tu inspiras confianza.
Le mire rápidamente, giré a la derecha, pasando un semáforo, con suerte cambio a rojo después que cruzara.
- Bien, gracias por la confianza.
- Bueno,... Lo que ocurre es que soy gay.
Un respiro se me salió sin previo aviso. ¿Y lo que ocurrió? carajo.
- ¿Enserio?.
- Bueno, creo, me atraen más los hombres que las mujeres. Y... - reprimió los labios - nadie lo sabe.
- ¿Por qué yo sí?.
- Creo que siempre me caiste bien, eres de esas chicas cero problema, tranquila, y eres confiable.
- Gracias, me alagas - dije orgullosa.
- Gira a la derecha.
- ¿Y tus padres?, ¿Vives con ellos?.
- No y no quiero - dice con seguridad.
- Pero se enterarán, si es por eso que vives solo.
- Lo sé.
- Tarde o temprano se enteraran, es mejor que le digas.
- Mejor tarde que temprano - sus palabras me hicieron entender que el tema de los padres y decirle la verdad es molesto para él.
Apreté mis labios, miré fija a la carretera.
Note las casas, era una urbanización.
Las casas eran tipo mileniales, blancas y techo anaranjado opaco.
Los árboles y césped verde y bien podado, los niños jugaban a su alrededor, todo era espacioso y tranquilo, todo se sentía lleno de paz.
- Es muy lindo por aquí - dije cambiando el ambiente.
- Si, la verdad, si, pero todo siempre es tan tranquilo que se escuchan las discusiones de los vecinos de tus vecinos.
Reí por su comentario.
- Entonces, ¿trabajas?
- Si, por las tardes, o por las noches.
- ¿Y que trabajas?.
- En el cine, despacho la comida, no es difícil conozco mucha gente y su variedad de personalidad.
- ¿Y has conocido algún chico gay? - pregunté con picardía.
- Si, pero ya tenía pareja, iban a ver una película de amor, salieron en media película agarrados de la mano y con prisa... Quizás
Nos miramos y reímos por nuestra propia cuenta, ya habíamos pensado lo mismo.
- Mas adelante es mi casa - señaló con el dedo una casa color piel con grandes girasoles.
Me estacioné en frente de su casa.
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