- ¿Por qué lo dices? - pregunté haciéndome la desentendida.
- Encontré mi celular apagado y mi celular no se apaga solo - me dice acusándome.
-... Quizás... - abrazo mi mochila.
- ¿Quizás? - preguntó queriendo respuesta alguna. Pero debía estar callada.
- Quizás esta fallando - dije. Apreté mis labios.
De pronto nos comenzamos a movilizar.
- Quiero que me digas lo que sabes - sus palabras hicieron despertar mi nerviosismo.
- ¿De qué me estas hablando Drake? - pregunté evidenciando mi alteración.
- Quiero que me digas que has descubierto.... No te conozco bien para decir cosas que no son, pero has cambia últimamente, siento que no quieres verme... Me evitas a toda costa, Helka, me siento rechazado por la mujer que amo... Y es porque estás sabiendo algo que no deberías, debes decirme que está ocurriendo.
Sus palabras me hieren, me hirieron como jamás pensé que iba a ocurrir...
Sentí un camino delgado y húmedo en mi rostro. Las lágrimas comenzaron a hacerse presente. Me sentía tan culpable. Me sentía tan culpable de su dolor como sus dudas en mi.
- Drake - dije para que notará mi sollozo.
- No fué mi intención hacerte sentir mal - estaciono el carro.
- Tampoco fué mi intención que te sientas rechazado por mi - quise salir del carro, pero Drake lo noto y actúo rápido, le puso seguro.
- Quiero que aclaremos las cosas - dijo casi rogándome. Cuando por fin logré verlo cara a cara, sus ojos estaban húmedos de lágrimas, jamás lo había visto así, y solo por mi. Mi corazón se rompió al verlo de esa manera.
- Drake no te lo puedo decir - me dejé rodar un poco en el asiento.
- Claro que puedes, ¿Qué te detiene?.
- Tú,... Tú eres el que me detiene - el está relacionado con todo esto, por el fue que mis sospechas comenzaron.
- ¿Yo?,... ¿Debido a...? - se acercó un poco a mi.
- Porque por ti,... - comencé a llorar oficialmente - por ti estoy descubriendo muchas cosas que quizás jamás pensé saberlas.
Su silenció quiso decir mucho y poco a la vez.
- ¿Qué es lo que ya sabes?.
- ¿Qué es lo que ya se? - repetí su pregunta, me estaba indignando - ¿Qué es lo que ya se? - repetí. Mis lágrimas no dejaban de salir - Drake, tu sabes, ¿Por qué no me lo dices y nos dejamos de misterios ambos?.
- Helka, te ruego que me lo digas, quizás podemos arreglarlo.
- No hay como arreglarlo, Drake, los cosas son como son ahora, no hay nada que tu puedas revertir o arreglar... nada - grité exasperada.
- Puedo aclararte tu mente.
- Mi mente está clara, ¿Si?... - lo miré, su mirada cayó como piedra, cerró sus ojos haciendo que sus lágrimas se retengan - Quiero irme.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un contrato de amor