- Helka - escuché decir mi nombre. Pero este no sonaba normal, y casi lo lo olvido, el estaba tomando alcohol.
- Hola Drake - me sentía como dos desconocidos, recién, hablando por primera vez, cruzando miradas incómodas sin saber que decir.
- Al fin tuve el privilegio de conocer a mi cuñada - dijo Phil sirviendo más a su bebida, tomo inclinando su cabeza hacia atrás, no tuvo reacción espantosa al beberla, de seguro yo si lo hubiera hecho. Phil ha de estar acostumbrado a tomar ese tipo de trago fuerte.
- Me da gusto - respondió Drake un poco sonriente.
- Si, en cuanto a ti, debo hablar contigo - dijo ya serio, sin dejar la bebida, se para luego sentarse en una silla que está al frente del escritorio.
- Me permites un segundo, debo hablar con Helka - pidió Drake de urgencia.
- Claro - sacó su celular y empezó a andar en el.
- ¿Puedes salir? - pregunto frío.
- Oh, cla _-antes de que termine yo interrumpo.
- No, el no debe salir, la conversación entre nosotros no es privada - sea como sea, no quisiera quedarme con Drake mas una atmósfera de incomodidad en estos momentos.
Miro a Phil quien nos mira frenéticamente a Drake y a mi.
Luego mi mirada pasa nerviosa a Drake, el me mira desafiante, esta tenso, cierra sus ojos por un momento, luego los abre, y parece estar más pasivo.
- ¿Que rayos pasó con Lily? - pregunto al fin.
- ¿Lily? - pregunte desconcertada.
- Si, la recepcionista - cambié mi expresión en mi rostro, y Drake lo notó enseguida - la rubia.
- Oh, esa - dije mientras cruzaba los brazos - quise golpear a esa perra, pero los guardias me detuvieron para mi mala suerte.
- ¿Mala suerte? - preguntó Drake, parece que no escucha bien.
- Si, mala suerte... Y a propósito, ¿Ella ha estado contigo? - pregunté sin rodeos.
- ¿Cómo?
- Qué si ha estado contigo sexualmente - dije fría. Me sentía con poder de la situación.
- Ah,... No - dijo haciendo obvio su expresión de negatividad.
- ¿No? Si hasta hablo de ti en ese sentido - Caminé unos cuantos pasos.
- ¿Estás celosa? - preguntó casi riendo.
Cruzada de brazos miré a los hermanos Benedict. Ok, este no era mi plan. Y además, no estoy celosa.
- No - alcé las cejas juntandolas.
- Si lo estas Helka - comencé a enojarme aún más.
- Que no - grité.
- Cuñada, es normal, tener celos, aún más si se van a casar en una semana.
¿Una semana?
Sentí mis manos recorrer un frío y nerviosismo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un contrato de amor