Entrar Via

Un extraño en mi cama romance Capítulo 137

La medicina pareció hacer efecto. Las manchas habían comenzado a desaparecer de su piel. Intenté tocarlas. Las protuberancias de su piel también estaban por desaparecer.

-La medicina está haciendo bien su trabajo —dije feliz—, ¿Sientes algún efecto secundario desagradable?

-No, ninguno. Rápido, ayúdame a ponerme. Te estuve esperando toda la noche.

-Pudiste haberte puesto el medicamento en donde puedes alcanzar. ¿Por qué esperaste a que yo lo hiciera por ti?

-Isabela, ¿tienes alguna otra tarea que darme para batallar? —Se enfadó como un personaje de una telenovela del horario nocturno.

-Sí, eres un gran problema -le dije mientras lo ayudaba a aplicar la medicina. La sensación de frescor que deja en su piel debió ser bastante relajante. Sus párpados cayeron. Parecía como si estuviera a punto de quedarse dormido. Aunque sabía que secretamente me estaba mirando.

Le di una palmada en el dorso de la mano.

-¿Por qué me estás mirando?

-Vayamos a la casa de Andrés y juguemos con Bombón. Podemos volver a comer langostas.

-La casa de Andrés no es un restaurante que venda langostas. Además, debes cuidar tu alimentación. No puedes comer langostas ahora.

-Comí la última vez.

-Es por eso que tu piel empeoró en los últimos días- dije mientras terminaba de aplicar el medicamento en sus brazos y piernas—. Levanta tu camisa. Te aplicaré el medicamento en la espalda.

—¿A dónde fuiste anoche?

—¿Acaso es de tu incumbencia?

-Eres una chica y no deberías estar caminando tan tarde por la noche. Además, nuestra casa está ubicada al pie de una montaña. No hay nadie por la noche —me regañó sin cansancio.

-Mi hermana me llevó a casa.

—¿Te refieres a esa chica con cara de póquer?

—¿Cuál cara de póquer? Tiene una cara bonita.

-No tan bonita como tú. Parece un bloque de hielo. Qué aburrida.

Le agradecí su cumplido. Siempre había pensado que Silvia transmitía vibras más fuertes que yo. Ella era en verdad alguien importante y yo era la que pretendía ser parte de la alta sociedad.

Le di una palmada en la espalda cuando terminé.

—Muy bien, puedes volver a tu habitación ahora.

-Isabela, ¿por qué no compartes la habitación con mi hermano? —dijo. No parecía ansioso por irse ahora que había terminado de ponerle la medicina. Continuó echado en mi sofá.

-¿Qué te importa?

-¿Por qué te casaste con mi hermano entonces?

-¿Qué te importa?

-Isabela, ¿es sólo un matrimonio de conveniencia?

-Emanuel- lo miré y le dije-. Vuelve a meter tu trasero en tu habitación. De lo contrario, búscate a otra persona que te ayude con tu medicamento.

-Isabela, sé que Andrés está enamorado de ti — dijo. La repentina declaración casi me enchina la piel. Miré a la puerta apresuradamente. Estaba cerrada. Gracias a Dios por las pequeñas misericordias.

—¿De qué tonterías estás hablando?

-La última vez que estuvimos en casa de Andrés, eché un vistazo a su habitación. Estaba llena de tus fotos. Había fotos de ustedes dos cuando eran niños.

—¿Cómo puede ser eso una prueba?

—Eso es una prueba de que Andrés está enamorado de ti. ¿Por qué no te casaste con él? ¿Por qué te casaste con mi hermano?

Cómo deseaba poder meter en su boca un par de calcetines apestosos para que dejara de gritar, pero no tenía calcetines sucios en mi habitación así que lo levanté de mi sofá.

—Salte, ahora.

Le tomé su mano y su palma era áspera y callosa. Quizá era por hacer dominadas y jugar básquetbol.

Apretó mi mano de repente. Sus ojos brillaron intensamente cuando dijo:

—Isabela, tus manos son tan suaves.

—¡Sinvergüenza! —dije mientras lo empujaba hacia la puerta—. ¡Voy a dormir!

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un extraño en mi cama