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Un extraño en mi cama romance Capítulo 263

—Por supuesto que no —dije con indiferencia—. Sólo tenía demasiada pereza como para moverme.

—Roberto te está buscando por toda la ciudad. Te meterás en muchos problemas si se entera de que lo hiciste quedar como un idiota.

—Si te pregunta algo, sólo di que soy sonámbula.

—¿Qué? ¿Eres sonámbula?

—Así es. Deberías ir a casa. Ten cuidado en el camino de regreso.

Colgué y luego caí de espaldas en la cama. Mi teléfono siguió sonando. El timbre hizo que la cabeza me diera vueltas. No importa si era sonámbula, el sonido del teléfono aún me hubiese despertado. Lo pensé por un momento, luego finalmente contesté el teléfono. Era Roberto.

—¿Isabela? —dijo. Parecía sorprendido de que respondiera su llamada.

—La misma.

—¿Dónde estás?

—En el hospital. En mi habitación. En mi cama.

—¿Dónde estabas antes?

—¡Estaba dormida! —respondí. Dos podían jugar ese juego. Yo también sabía hacerme la inocente. Eso es actuar. Yo también sé actuar.

Se quedó en silencio durante dos segundos. Sabía que explotaría a continuación.

Tenía razón. Sonaba como si estuviera a punto de volverse loco cuando dijo—: ¿Estoy ciego? Le di vueltas a tu habitación. Incluso abrí tus cajones. No pude encontrarte por ningún lado. ¿Y ahora me dices que estuviste dormida en tu habitación todo este tiempo?

—No desaparezco, no soy el gato de Cheshire —dije con calma.

Se sintió fantástico ser la tranquila y serena en la conversación con alguien que se estaba volviendo loco.

—Isabela, ¿sabes el desastre que ocasioné buscándote?

—Te lo dije. Estaba dormida. Nunca me crees —exclamé antes de bostezar en voz alta—. Me voy a dormir otra vez. Roberto, ¿has visto cosas que no están ahí últimamente? Tal vez deberías ver a un médico. Esta es una buena oportunidad para que lo hagas, como pasas tanto tiempo en el hospital ahora.

Terminé la llamada, cerré los ojos y fingí que dormía. De alguna manera me las arreglé para engañarlo por completo. Tenía que seguir actuando sin importar cómo. De lo contrario, me despellejaría. Iba a hacerlo. No importaba si todos lo notaban. Tenía que salir adelante. Eso es lo que hacen los actores profesionales. No lo podía creer. Me iba a morir de la risa.

Roberto no tardó en regresar a mi habitación. Podía escuchar sus pasos furiosos mientras yo mantenía los ojos cerrados. Pisaba con fuerza, como si yo fuera las baldosas bajo sus pies. Cada paso que dio era un intento de aplastarme.

Empecé a roncar fuerte. Roberto estaba de pie frente a mi cama. Podía sentir la tensión repentina en el aire.

—Isabela —me dijo. Estaba extremadamente enojado, podía escucharlo en su voz.

Mantuve mi actuación. Podía sentir mis dedos temblando levemente debajo de las sábanas.

Me dio un ligero empujón. Estaba siendo bastante gentil a pesar de su evidente rabia.

Lo hice dar vueltas por mí, buscándome por la ciudad en lugar de estar en cama. La muerte me saldría barata.

Abrí los ojos y los froté adormilada. Luego le pregunté:

—¿Qué pasa?

La mirada en su rostro me asustó.

Estaba inclinado hacia adelante y tenía la mirada fija sobre mí. La habitación estaba iluminada sólo por las lámparas de las paredes. Su suave resplandor estaba oculto por sus anchos hombros y espalda. Su rostro era oscuro y creí ver rojo en sus ojos.

Él fue quien decidió ayudar a Silvia con su auto hasta altas horas de la noche. Su esfuerzo le consiguió cansancio y ojos hinchados, adoloridos y enrojecidos. ¿Qué tenía que ver eso conmigo?

Traté de controlar el terror que se apoderaba de mí e hice todo lo posible para aparentar tranquilidad mientras lo miraba. Le pregunté:

—¿Qué pasa?

—¿Me preguntas que qué pasa? —preguntó mientras señalaba al grupo de enfermeras y médicos en la puerta—. ¿Todos estaban buscándote y me dices que has estado durmiendo en esta habitación todo el tiempo?

—Ya te dije. Estuve recostada todo este tiempo. No hay nada que pueda hacer si no me crees.

Capítulo 263 Caminé dormida 1

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