-¿A quién le importa? -Abril se frotó la nariz-. ¿Qué tiene que ver la empresa de mi padre conmigo?
-No tienes corazón. Todo ese dinero que gastas en comida, en bebidas y en ropa. ¿No es el dinero que tu padre se ha ganado con tanto esfuerzo?
-Soy su hija, por supuesto que debería gastar su dinero. ¿Acaso debería gastar el dinero de mi padrino en su lugar? —Abril se aferró de mi hombro y se rio, de repente sus ojos se fijaron en un punto atrás de mí-. Roberto acaba de bajar. Vaya, Isabela ¿Que tan grande lo tiene? ¿Qué tan bueno es?
No podía tomarme la molestia de decirle algo más a esa rufiana, la aparté con un empujón.
—Deja de ser tan vulgar. A este paso nunca te casarás.
—Sólo dímelo, Roberto, el hombre que siempre está en el foco de atención, ¿Cómo es en la cama?
—Aléjate de mí.
Roberto se dirigía hacia nosotras y entré en pánico, las palabras de Abril me recordaron lo que había pasado hace poco en la cama. Había olvidado tantas cosas en ese momento de pasión, como de Andrés. ¿Cómo lo podría ver a los ojos si seguía con esta farsa?
Roberto dijo simplemente mientras pasaba a mi lado:
-Estaré presente para el funeral de tu padre mañana. No llegaré tarde.
Salió por la puerta, me quedé mirando su espalda hasta que Abril me dio un ligero empujón.
-¿Qué pasa? ¿Acaso llegaste al punto en el que no puedes quitarle los ojos de encima?
—La ropa que le compré a mi padre le queda tan bien. Es como si la hubiera comprado especialmente para él — murmuré para mí.
—Isabela, Roberto no está para nada enfadado. Es evidente que está satisfecho contigo, conseguiste un arma invencible. Deberías usarla sabiamente y mantener a Roberto de tu lado.
—Me estás dando dolor de cabeza —dije. La cabeza me dolía por sus incesantes consejos—. Vete, puedes volver mañana para el funeral.
—De ninguna manera, yo me quedo a tu lado y te hago compañía. Me preocupa que te intimiden.
A veces, Abril me protegía como una gallina mamá protege a sus polluelos, ella sabía que yo no tenía la capacidad de protegerme a mí misma, no era buena en los asuntos domésticos y era por eso por lo que Laura y mi madrastra a menudo me intimidaban, incluso cuando mi padre estaba cerca. Laura me había acosado abiertamente y había sufrido la reprimenda de mi padre a causa de ello. Mi madrastra había sido más hábil en sus tormentos, un simple espectador no lo hubiese notado. En comparación con el resto de la familia, Silvia siempre me había tratado con frialdad y distante, nunca me había intimidado, por eso me había sentido mal por lo que Abril había provocado hoy. No me atreví a mirar a Silvia para
nada y evité su mirada a toda costa.
El cielo se oscureció y logré que Abril se fuera a casa. Me dijo que durmiera un poco por la noche y que dejara que Laura se encargara del rol de la vigilia. Después de que se marchara, el flujo de visitantes que venían a mostrarle sus respetos a mi padre también comenzó a retirarse. Pronto sólo quedamos mi madrastra, mis hermanastras y yo en la sala de estar. Encendí unas varillas de incienso para mi padre. Ayer no había dormido en toda la noche, mi cuerpo había llegado al límite, me puse de pie con lentitud y me acerqué a mi madrastra.
—Señora, hermanas, por esta noche les dejo el resto. Me retiro a mi habitación a descansar.
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