Roberto se detuvo justo enfrente de nuestro auto. Abril cerró las puertas con un fuerte golpe. De pronto, se esfumó.
Abril y yo nos volteamos a ver. Nos volvimos y vimos a Roberto junto a mi lado del auto. Casi muero del susto. Tenía una piedra en la mano; la arrojó al aire y la atrapó. Su mensaje era claro. Si Abril no quitaba el seguro de las puertas, rompería la ventana.
Ella me dijo, con una voz temblorosa:
—No lo logrará. Es vidrio a prueba de balas.
No sonaba muy segura de sus palabras.
—Abramos las puertas —le dije—. Es el auto de tu papá. ¿Cómo vas a explicarle los daños?
-Mi papá tiene muchos autos. No le importará.
La piedra golpeó el cristal antes de que ella terminara de hablar. Roberto usó el borde afilado de la roca. El vidrio no se rompió, pero su próximo intento probablemente sería exitoso.
Abril apretó los dientes y abrió las puertas. También bajó la ventanilla del auto.
-Roberto, ¿qué te propones?
-Sal del auto -dijo con frialdad, de pie frente a la ventana.
Me hablaba a mí. Abril tomó mi mano.
—Atácame si tienes los pantalones.
-¿Acaso eres mi esposa? -sonrió.
Le dije que no a Abril, negando con mi cabeza.
-Deberías irte.
—No lo haré.
-Él no me mataría.
—No estoy segura de eso.
—¡Sal! —Roberto alzó la voz. Llevábamos casados más de seis meses. A pesar de que nuestras interacciones apenas habían comenzado, ya iba comprendiendo su carácter.
Nunca levantaba la voz cuando se enojaba. El hecho de que lo hiciera en ese momento significaba que estaba furioso.
Quité mi mano de la de suya y le di unas palmaditas en el dorso de la mano.
-Ve. Te llamaré más tarde.
Me bajé del auto. Quería darme la vuelta y despedirme, pero él me sujetó de la muñeca y me arrastró hacia una esquina del estacionamiento.
Me dolía. Las lágrimas llenaron mis ojos. Las contuve. Me arrastró a un rincón, se inclinó y permaneció sobre mí.
-Hay dos posibilidades. La primera, la idiota de tu mejor amiga te arrastró hasta acá para intentar atraparnos a Silvia y a mí cometiendo adulterio. La segunda, arrastraste a la idiota de tu mejor amiga aquí para tratar de atraparnos a mí y a Silvia cometiendo adulterio.
Hice un análisis rápido de las dos opciones que ofrecía. Las partes involucradas y las acciones seguían siendo las mismas, sólo el autor intelectual era diferente.
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