Xi Xiaye asintió levemente mientras bajaba la mirada y tomaba otro sorbo de té. Pensó por un momento antes de decidir explicar con claridad:
—Cuando era más joven, mi madre limitó mi consumo de alimentos dulces, porque estaba preocupada por mis dientes. Cuando crecí, me acostumbré y mi gusto siempre siguió en esa dirección.-
Mu Yuchen sonrió. Cuando estaba a punto de decir algo, el teléfono a su lado volvió a zumbar. Miró a Xi Xiaye como pidiendo disculpas, antes de cogerlo para responder a la llamada.
La llamada era de Wang Hui, quien le preguntaba si había llegado a tiempo para la cita. Cuando escuchó su tono ansioso, Mu Yuchen no pudo evitar fruncir el ceño. Escuchó a Wang Hui refunfuñar un rato antes de contestar, exhausta e indiferentemente:
—Ya la estoy conociendo. Hablaremos de nuevo cuando vuelva.
Colgó silenciosamente y luego miró a la persona que tenía enfrente. La observó con su taza de té en una mano, mientras sus ojos apáticos miraban el sombrío cielo fuera de la ventana. Los altavoces comenzaron a tocar algunas melodías familiares:
Quizás el amor nos ciega;
Es una pasión que hace que uno no se deje intimidar por los peligros...
¿A quién cautivó el amor?
¿Quién se rindió al amor, invadiendo una soledad asediada por el fuego?
Si el calor de un beso puede conquistar el resentimiento...
Un viento fresco sopló desde la ventana y el frío invadió abruptamente su momento de silencio. Xiaye no pudo evitar temblar ligeramente. Inconscientemente, juntó ambas manos, pero justo cuando las soltó, escuchó un fuerte estruendo. Un calor abrasador quemó la parte posterior de su mano. En ese instante, sintió que una mano grande le apartaba su muñeca.
—Con cuidado —dijo Mu Vuchén con un tono preocupado que revelaba sensibilidad.
En ese momento, Xiaye también recuperó su mirada. Entonces, se dio cuenta de que la palma de su mano estaba un poco quemada por el té derramado. Una oscuridad destelló en sus ojos quietos mientras se sentía avergonzada. Quería esconder sus manos, pero antes de que pudiera moverse, un pañuelo blanco impoluto fue extendido lentamente hacia ella.
Ella vaciló por un momento, luego, lo aceptó lentamente. Limpió ligeramente el té que manchó la parte posterior de su mano.
—Gracias.
Una vez más, le agradeció suavemente y una sonrisa de disculpa se extendió a través de su pequeño rostro.
—¿Se lastimó? —preguntó Mu Vuchén, frunciendo el ceño y mirando su mano ligeramente enrojecida.
Xiaye negó con la cabeza. La luz en sus ojos parecía ser bastante débil, pero sonrió y respondió con cierta
dificultad: —No hay de qué preocuparse. Solo regresaré y le podré hielo.
—¿Qué es tan interesante acerca del cielo para que la distrajera tanto?
Hubo un resplandor en los ojos de Mu Vuchén mientras miraba despreocupadamente por la ventana que Xiaye antes había mirado. Lo que percibió en su campo visual era el cielo turbio. Era infinitamente gris. La brisa fría que entraba por la ventana parecía traer algo de humedad, y se podía ver vagamente la llovizna que caía.
—En realidad, no me gusta ver este tipo de cielo. El goteo de la lluvia me hace sentir un poco incómoda.
Xiaye cubrió ligeramente su mano quemada y luego, siguiendo la mirada de él, suspiró suavemente:
—Pareciera que la primavera para la ciudad Z ha llegado especialmente temprano este año. Ni siquiera es el Festival de Primavera y el clima ya está así.
—Mmm... Antes, cuando pasé por la plaza, les oí decir que la primavera empieza en dos días más —respondió Mu Vuchén y luego, abruptamente, se volvió.
Estaba a punto de recoger su taza de té cuando vio que ella todavía estaba sosteniendo la palma de su mano. Repentinamente, cruzó su enorme mano y sacó la que ella estaba tratando de encubrir. Inmediatamente, vio la irritada piel roja de su mano.
Las cejas de Mu Vuchén se arrugaron aún más. Se mantuvo en silencio por un tiempo, luego, finalmente se levantó con suavidad y cogió el bolso que ella había dejado a un lado.
Xiaye se quedó atónita. Había una sospecha en sus ojos y estaba a punto de decir algo cuando lo escuchó decir en voz baja: —Vamos a un hospital a echarle una mirada. De lo contrario, sería usted quien sufriría.
Entonces, sin esperar a que Xiaye estuviera de acuerdo, empezó a caminar.
Acababa de salir de la Taberna del Bosque de Arce de Bambú cuando su subordinado, Ah Mo, trajo su auto. Aunque no parecía un coche de lujo, era bastante similar al passat de ella, era un phaeton.
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