− Tenía trabajo de hacer Jack, no andaba de paseo. ¿Querías que las espiara?
− Bueno no sería mala idea, porque presiento que algo traman.
− Estas paranoico Jack. Porque no reconoces que Megan te mueve el piso.
− ¡Ya puedes irte!
Todos estaban empeñados en que le confesara lo que sentía por Megan, pero si lo hacía que iba a pasar luego. No sabía lo que ella sentía por él, porque hacer el amor es una cosa pero los sentimientos que puedan albergar cada uno es otra cosa.
− Abuela te trajimos un montón de cosas que vimos en San Antonio.
− Eso quiere decir que se divirtieron.
− Si también almorzamos en un lindo restaurant, disculpa si no hemos llegado a tiempo.
− Descuida mi niña aun aquí nadie ha comido, pero igual aquí nunca sobra comida. Subamos y veamos lo que me trajeron.
− Mira este sombrero abuela es precioso. También Melisa le compro algunas cosas a Rodrigo. Dijo sonriendo.
− Bueno es una manera de agradecerle todo lo que ha hecho por nosotras.
− ¿Y qué le compraste?
− Un sombrero de vaqueros.
− ¿Y a Jack que le trajeron? Pregunto Grisell mirando a su nieta.
− Bueno a él le compramos una camisa, ¿Crees que le guste?
− ¡Oh! pero si es muy bonita, estoy segura que le gustara.
− Bueno entrégasela tu abuela.
− Oh no, se la entregaras tú misma.
− ¡Abuela por favor!
− ¡No seas cobarde Megan! Le dijo su amiga
− Está en su despacho ve ahora mismo. Le dijo su abuela.
Genial quien la mandaría a comprarle nada, se dirigió al despacho de Jack más nerviosa que nunca porque si tomaba su obsequio como otra cosa, y si pensaba que ella estaba enamorada de él, no, no, era una obsequio por haber permitido que se quedaran tanto tiempo en su casa. Le aclararía por qué le estaba dando un regalo. Toco la puerta y desde adentro escucho que decían pase.
− Hola, te traje algo toma. Le tendió la bolsa de la tienda.
− ¿Y esto qué es? Miro la bolsa como si fuera una serpiente venenosa.
− No la mire así, solo es un presente por todas las molestias que le hemos causado. Se dio la vuelta para marcharse pero Jack la detuvo.
− ¡Espere!. Ella se detuvo y volvió la mirada hacia él. – ¡Le llego un fax!
− ¡Oh gracias! Se acercó a la máquina para tomar el fax, y noto que el sacaba la camisa de la bolsa y le daba el visto bueno.
− ¡Me gusta la camisa, gracias!
− De nada. Tomo la hoja y se dispuso a marcharse cuando él la tomo de la muñeca.
− Si querías ir a San Antonio me lo hubieras pedido.
− Fue algo que surgió de la nada, simplemente aprovechamos la oportunidad.
− Era eso, o era que no querías estar cerca de mí.
− ¡Bueno tal vez si sea por eso!
La jalo fuertemente sentándola en su regazo.
− Te gusta provocarme Megan.
− ¡Claro que no! tu siempre quieres aprovecharte de la situación, porque no me sueltas.
− ¿Qué pasara si no lo hago?
Ansiaba besarla, su obsequio lo tomo por sorpresa no se esperaba que ella le pudiera obsequiar nada y quería recompensarla con un cálido beso, así que sin pensarlo más la beso saboreándola como si fuera una fruta, él estaba tan excitado nada más cuando la vio entrar que sus pensamientos racionales comenzaban a perderse. La apretó contra él, mientras que ella se sentaba ahorcajadas, llevaba solo una vestido de lino color turquesa que le daba fácil acceso a la piel desnuda de sus muslos y nalgas, metiendo sus manos por debajo de este la acaricio suavemente. Las diminutas bragas que llevaba le estorbaban así que las rompió de tirón dejando su piel mucho más expuesta.
Mientras que ella le aflojaba la hebilla de sus pantalones él le masajeaba las nalgas, ella le bajo la cremallera liberando así su miembro. Este le bajo los tirantes de su vestido descubriendo que no llevaba sujetador, besándole el cuello hasta el valle de sus senos ella se arqueo un poco para poder darle mejor acceso a sus besos. Jack la levanto un poco para poder guiar su miembro hambriento hasta el lugar más secreto de Megan, ambos gimieron cuando estaban dentro de cada uno.
Jack sentía que podía morir allí mismo con tan solo ese contacto, la tenía tomada por la cintura mientras ella cabalgaba como una fiera encima de él, el disfrutaba con tan solo ver la expresión de Megan, pronto sintió que ella se aproximaba al orgasmo y decidió que sería estupendo acompañarla y alcanzarlo juntos. Perdiéndose el uno del otro, alcanzaron el orgasmo en tan solo unos minutos, quedando exhaustos y abrazados hombro contra hombro.
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